Champions

Ruleta culé

6 abril , 2011

«Supe entonces, con humildad, con perplejidad, en un arranque de mexicanidad absoluta, que estábamos gobernados por el azar y que en esa tormenta todos nos ahogaríamos, y supe que sólo los más astutos, no yo ciertamente, iban a mantenerse a flote un poco más de tiempo».

Roberto Bolaño, Los detectives salvajes

Disculpen la cita pero la ruleta rusa que hemos presenciado en estos agrestes cuartos de final merecía un homenaje al azar. Bien lo sabe el Bernabéu, donde la suerte quiso que Crouch, ese inglés con cara de inglés, cuerpo de inglés y actitud de inglés se ganara una roja bien pronto. En ese campo vieron desbocarse a esa yegua llamada Bale; pudo cambiar la eliminatoria pero falló en dos ocasiones.

En Milán ya no fue cosa de suerte, fue al absurdo el que reinó. De la proeza de Stankovic al hundimiento de un equipo gobernado por la locura de Eto’o y Cambiasso. Quiso el azar que Raúl, ese hombre que pasó de crack a tumor y de tumor a Don Quijote, enseñara al Giuseppe Meazza que los locos que se creen sus propios delirios son gente temible.

Y esta noche el azar se ha aliado con el Barça en dos estadios distintos: ni Undiano ni sus cinco ayudantes vieron un penalti tremendo y el Chelsea palmó. A unos miles de kilómetros, dos laterales fallidos celebraban un waltz sobre las ruinas de su lamentable actuación. Alves cuajó en defensa un partido digno del mejor Oleguer -asistencias a los delanteros, pases fallados, pérdidas de posición-. Tuvo suerte de su compañero de danza, el pésimo Rat, que se las apañó para hacer del gremlin el hombre del partido, con un gol y una asistencia. Los aspavientos de Cruyff y Guardiola advirtiendo del rival resultaron ser ciertos, pero, ¡oh!, el Barça estuvo más astuto y supo encontrar el azar.

En el vértigo de la Champions, no hay aliado igual.

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