Champions

A puñal

2 abril , 2012

El campeón del mundo contra los heptacampeones de Europa. El gran dominador del mundo del fútbol en los últimos siete años contra la legión de viejas glorias más venerable del planeta. Un sólo partido a vida o muerte. Y para dar más trascendencia a este partidazo, el Barça se batirá en las trincheras a las sólo le arrastraron Chelsea, Arsenal y La Banda. Nada de asépticos bombardeos, ni de pelotones de fusilamiento. Ese tipo de masacres ya las han sufrido en los últimos cuatro años casi todos los equipos que han vivido eliminatorias en el Camp Nou: en los diez precedentes europeos, el resultado global es de 34-7. Algunas de las tormentas de fútbol más intensas que han generado jamás Xavi y Messi se han producido en estas ocasiones; Olympique de Lyon, Bayern de Munich o Arsenal arrastran aún las cicatrices de semejantes humillaciones.

Pero lo de mañana será distinto. El Milan de Seedorf y Ambrosini se ha ganado el respeto del barcelonismo por haber frenado a un equipo que a menudo parece incontenible. Y ha despertado un viejo fantasma: el Barça de Guardiola sólo ha fallado una vez en Champions, contra otro equipo italiano que tampoco se avergonzaba de acumular jugadores en su área. Aunque el Barça viva el mejor momento de la temporada, aunque ante el Athletic ofreciera su enésima exhibición consecutiva, con recitales de Alexis, Alves o Mascherano, aunque hasta Piqué reivindicara su parentesco con el mejor central que han visto jamás varias generaciones de barcelonistas, el reto está ahí. Se trata de mantener la cabeza fría en el abismo y de volar el autobús antes de ser arrollados en algún contragolpe.

Ante una cita como ésta, la principal baza azulgrana no estará en la calidad, sino en un vestuario donde hay gente que llora en la derrota. El Milan ha llevado al Barça al punto de no retorno en que Messi sale del tanque, se arremanga, saca el puñal y encara al enemigo. Tal vez Nesta pueda sonreír ante esta situación. Haría mal: Messi es capaz de arrasar pero también puede dar una muerte íntima, sangrienta y entre gruñidos. Una muerte más épica, sí, pero infinitamente más dolorosa.

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