Clásico

Vaselina

27 octubre , 2013

Contra todo pronóstico y solo ante el portero, el héroe siente la llamada de la gloria y opta por un golpeo sutil, por una rareza, por una suave parábola.  Falla garrafalmente, claro, y se lleva los insultos de medio equipo y se echa las manos a la cabeza y se jura: nunca más

Y miente. 

Ninguna suerte futbolera ha mandado tantos goles al limbo como la vaselina, más incluso que el maldito caño. Hay algo de torero en este golpeo, que popularizó entre los niños de Barcelona aquella negrita irrepetible llamada Romário da Souza. En efecto, marcar una vaselina sitúa al jugador en una esfera superior, habla más de su talento que un millón de trallazos al palo corto. Y por eso uno se ve ahí delante, con el portero adelantado, y se dice, «va por ti, negrita«, y lanza su guiño a la inmortalidad.

Y falla. La escena se repite en todas las pistas de cemento, campos de césped, playas, pabellones y patios de colegio en medio mundo. Intento tras intento, los balones caen demasiado pronto o demasiado tarde, aguacero de maldiciones. 

Un día llega el Madrid y el gafe oficial del equipo, el que se autoproclamó «jugadorazo» justo cuando la turba encendía la brea de sus antorchas, se encuentra el balón en la frontal. Su equipo, parido para atacar, está amontonado en campo propio y apenas llega al área rival. Ahí está él, el «inútil», el «peor tío desde Rochemback», «la puta castaña», el que «no vale ni para el Espanyol». El que en el pasado fracasó aquí, y de nuevo aquí. Ahí está él. Caracolea ante Varanne, gana el metro que necesita, arma la pierna… 

Y regala la felicidad a todo un pueblo.

Es posible que Alexis viviera anoche el instante cumbre de su vida profesional, no por firmar esas portadas dolorosas al madridismo ni por decidir el Clásico planetario. En la tarde del 26 de octubre de 2013, Alexis Sánchez se ganó un lugar en el Olimpo de los paladares finos, en ese enclave de resonancias exóticas llamado vaselina.

29 Comentarios

You must be logged in to post a comment Login