Neonuñismo

35 kilos

20 julio , 2016

A uno le gustaría hablar de fichajes y de opiáceos verdaderamente alienadores, pero esta directiva lo pone imposible. Después de cargarle al club sus propios delitos, los presidentes del club presentan ahora una renovación del acuerdo publicitario de la camiseta. Y es, tachán, tachán, el mismo que ya había: el impoluto Qatar Airways.

Algunos románticos preferiríamos vender cada año a un titular antes que llevar publicidad en la camiseta, pero ya puestos a ensuciarla, exigiríamos que la mancha no produjera vergüenza, como produce, y que pagaran al nivel de lo que se ofrece:

  • el mejor equipo,
  • en su mejor momento
  • y en el deporte más seguido del mundo.

Vamos, que 35 millones dan risa y eso lo sabe todo el planeta del márketing deportivo. Y menos aún por lucir el muy sospechoso Qatar, que, recuerden, hace cuatro días nos vendía una fundación que era toda luz y amor. El mérito es grande porque hace un año las dos partes habían apalabrado que el importe sería de unos 60 millones y la directiva se presentó a las elecciones afirmando que o 65, o nada.

No se arranquen los ojos aún, que hay más: el United cobra 60 millones por la publicidad, y el horror del Chelsea, 47. Es decir, que vincular el nombre de una empresa a Sex e Ivanovic es más caro que hacerlo a Iniesta y Busquets. Tener al fraude de los pelos cuesta el doble que tener al Dios del Fútbol y tener al decadente Rooney y el anciano Ibra es mucho más importante que tener a Neymar y Suárez. Si hasta la infamia del Arsenal cobra más, ¡por el amor de Cristo Rey!

En este rincón tenemos clara consciencia de que el fútbol a menudo no entiende de lógicas económicas, sobre todo cuando hablamos de la Premier, que basa su supremacía comercial en la incultura balompédica de asiáticos y norteamericanos, y especialmente cuando en el asunto entran piratas llegados a este negocio con un afán de latrocinio digno del PP de Alicante y sin vergüenza alguna para atracar a sus propios clubes.

35, hemos dicho.

Sería bueno, llegados a este clímax de incomprensión, que pudiéramos confiar mínimamente en la palabra de los mandamases del club. Sería bueno que no fueran los mismos que mintieron con Qatar, con Abidal, con los Boixos, con el fichaje de Neymar. Sería bello poder pensar que no estamos ante otra trola o trapicheo de esta gente venida al mundo para derribar al Barça de Messi. Sería muy hermoso poder resignarse y decir «no dan para más, pobre peña, si odiaban a Cruyff qué cojones podía salir bien».

En fin. A uno le gustaría equivocarse más a menudo con esta junta, y tener la ocasión histórica de preguntarles qué pesan más, 35 kilos de basura o 35 de petróleo.

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