Copa del rey

Alka-seltzer y viagra

27 mayo , 2017

Nos consta que tenemos al barcelonismo dividido entre los depresivos que no quieren saber nada de la final de hoy y los afónicos que han celebrado ya tanto esta semana que la cosa del Alavés les coge de resaca. A estos últimos les diremos que tendremos toda una larga vida para contar a nuestros nietos la bíblica y edificante historia de la caída de Sandro XIV, y que en un verano sin fútbol, largas serán las horas que dedicaremos al asunto. Por tanto, tómense otra, no le teman a la acidez y palante que esto es una fiesta.

¿Qué decir a los primeros, a los que lo cambiarían todo por ver a Alves celebrando de nuevo con cara de loco y una copa por yelmo, a los que entienden que la puta Copa del Rey vale algo más que un Carranza pero claramente menos que el Gamper? Hombre, que costó mucho llegar aquí, que hubo que remontarle al Athletic con doble ración de milagro de La Bestia, que hubo que abatir a una Real que es el equipo que más nos ha humillado esta temporada y que finalmente superamos a ese trauma que es el Atleti del Cholo en eliminatorias.

Costó mucho y sigue siendo un título. Un título que a poco que nos esforcemos acabará llamándose Copa Anasagasti (por nuestra afición a los calvos y a nuestra condición de republicanos), un título en el que pronto se disputarán las finales sin presencia de borbones en la tribuna regia (“¿Qué no han hecho los reyes de España? ¿De qué daño no han sido causantes y explotadores?”, que dijo el poeta).

Es una final y las finales, en esta era de equipo adulto, que expulsó del terreno de juego los terrores infantiles del nuñismo, están para ganarlas y para dejar huella. Para demostrar que puedes competir contra un equipo que entregarían a muchos de sus familiares más próximos por ganar, que se dejarían amputar distintas extremidades, para decirle al fútbol que no te has hartado, que quieres más y que seguirás creyendo que cuando juega Messi, la vida es una fiesta.

Hay algo de poético en el asunto, además: este Barça, con el que hemos gozado, que nos ha acompañado en otro año memorable a pesar de la ausencia de títulos y de la derrota de ciertos infames, merece irse de vacaciones con un título más en su saca para no ser comparado con equipos como el del Tata, que también amarraró una triste Supercopa.

La dificultad es obvia: toda la semana hablando de jueces, con el temor absoluto a esa duodécima que acecha, con la depresión de la Liga que ha volado. En fin, sería otra noche perfecta para que este vestuario de titanio diera una nueva prueba de su dureza mental. Y por último, amigos, qué decirles: ustedes sólo han visto a Messi en 24 finales de azulgrana. La de esta noche es la 25ª, dan ganas de ver el partido con traje, chaleco y una flor en la solapa. Recuerden cuánto le hemos visto en estas citas: 25 goles y nueve asistencias, suma, y seguramente, del top 10 de proezas demenciales que nos regaló, la mitad se produjeron con un título aguardando en el túnel de vestuarios.

¿No van a vibrar, de verdad? Vamos, joder. Cojan carrerilla. Valium, alka-seltzer o viagra, lo que se les antoje. Y si ni así se produce la feliz erección, piensen que si por una de esas tonterías que tiene la vida estuvieran ustedes hoy presos por pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales este partido, esta final, se lo perderían seguro. Marquen la raya en el suelo con rotulador y demuestren de qué lado del mundo están.

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