Ali-Foreman

Los maestros del fútbol (III). It must be dark.

23 abril , 2011

“The whites of Ali’s eyes showed the glaze of a combat soldier who has just seen a dismembered arm go flying across the sky after an explosion. What kind of monster was he encountering?”

Ocurrió que, tras un inicio dubitativo, al final Foreman pegó. Pegó con su brutalidad habitual, causó estragos en el físico y en la confianza de su oponente y en la de de su gente. “Foreman in the ring, working as an executioner, was simply not likeable”, escribió Mailer.

Ahora que en las tertulias y los bares de Barcelona la gente parece haberle visto la dimensión real de la maquinaria de destrucción pergeñada por Flo, Mou y sus 500 millones frente a la fragilidad de los microbios azulgrana, tal vez sea un buen momento para recordar que aquellos dos boxeadores representaban dos formas de entender el boxeo, la vida, el mundo. Ali era un artista y un idealista. Foreman, un campeón con instintos homicidas. La técnica contra la pegada. Ali era de una especie en extinción de boxeadores que consideraban su actuación pura filosofía. Foreman, una montaña de músculos convenientemente hinchada de ira y rencor.

Como el barcelonismo en pleno, Muhammad Ali no habría entendido una derrota. Creía en una justicia poética, en la necesidad de ganar. Al mismo tiempo, temía la derrota, la veía. En su momento de mayor pánico ante su rival, murmuró lo siguiente: “It must be dark when you get knocked out”. Y acto seguido, en un acto de fe, heroísmo o insensatez, se puso a hacer lo que era el cometido de su vida: boxear para imponer su verdad, su universo, su arte.

Ése es el raro acto de voluntad que debe hacer el Barça este miércoles. Salir a atacar, convencido de su estilo, de los honores que ha acumulado en el pasado; sabedor de que el mundo, sin su fútbol, sería un lugar peor.

17 Comentarios

You must be logged in to post a comment Login