Ali-Foreman

Los maestros del fútbol (y V). Llegó la lluvia.

4 mayo , 2011


“Has oído hablar de mí desde que eras joven. Me has estado siguiendo desde que eras un niño. Ahora debes enfrentarte a mí, ¡a tu maestro!”.

Ali a Foreman, instantes antes del combate.

Pasado el ruido y olvidada la furia, es el momento de los detalles, de recordar los instantes de esta batalla, el contacto humano, las planchas y los guiños, las miradas y los insultos. De las verdades dichas en la intimidad del uno contra uno, cuando nadie más escucha. Ali conocía la fuerza de la palabra y bien lo demostró en Kinshasa. Las tres frases aquí citadas le bastaron para aturdir a Foreman.

Fue el boxeador más grande de la historia y lo sabía, se refería a sí mismo como un “científico” y un “estudioso”, pero por encima de todo, reivindicaba su condición de “el maestro del boxeo”. No es difícil imaginar los susurros de Pedro a Marcelo, de Iniesta a Lass, de Xavi a Alonso: “Soy tu maestro”. Como Messi a Pepe y Ramos y Albiol y Casillas y a toda la Fundación Khedira. “Soy vuestro maestro”, musitaba, un segundo antes de -¡fsh!- volatilizarse.

Tras este sutil entramado de victorias psicológicas, Canaletes fue anoche la Kinshasa de 1975. Como la madrugada de la pelea, llovió. Miles de personas celebraron el triunfo. Un camionero culé de la compañía Limpiezas Maro hacía retronar su bocina junto al passeig de Gràcia. Hubo alpinismo, cachondeo, bengalas y cohetes. Y les juro por todo lo más sagrado que dos incontrolados coreaban “¡Esto es un desmadre, queremos padre y madre!”.

La Banda de los Quincazos de Flo ha sido aniquilada, pero ya lo han visto, no tiene la menor intención de reconocer la supremacía de este equipo al que añoraremos el resto de nuestros días. Qué más da. Nosotros les hemos visto. Y si algún día nos preguntan por ellos, sabremos qué responder. Fueron los maestros del fútbol.

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