Ecos

La margarita de Guardiola

26 abril , 2012

Es probable que a lo largo del día de hoy el arquitecto del mejor Barça de siempre decida si continúa un último año o abandona ya el banquillo. Su decisión depende de varios factores. Por ejemplo: que Guardiola tiene buenos amigos que le piden, desde hace dos años, que no renueve, que se vaya a su casa con su familia, o a cantar con Llach, o a hacer de reportero del Lonely Planet. Hasta ahora les ha mantenido a raya. Pero en noviembre le detectaron una gravísima enfermedad a Tito Vilanova, cosa que ha dado argumentos al entorno más directo de Guardiola.

También resulta clave en esta cuestión la situación del equipo. El entrenador sabe que ha hecho un buen año, de notable, que es un excelente si se valora de dónde venían sus jugadores: de una racha de títulos desconocida en el fútbol moderno, de ganar títulos también con los Secuestradores, de una temporada con tres lesiones de larga duración que han acortado la plantilla, del cáncer de Abidal. Pero de cualquier modo, por primera vez en la era Guardiola no se ha ganado ni la Liga ni la Champions. Eso juega a favor de la continuidad del Mite.

Si algo resulta fundamental en la decisión de Guardiola es la receptividad del vestuario. Ya dijo Larry Bird en una ocasión que un entrenador no puede estar más de tres años en un equipo: al principio lo que dice va a misa, pero a partir del tercer año, los jugadores ya pasan de todo. Por suerte, en el Barça hay un grupo de jugadores que son auténticos psicópatas del trabajo y de la victoria, ustedes ya saben de quiénes hablamos, lucen brazalete. Pero otros se han hartado del sufrimiento psicológico que supone autoobligarse a ganar siempre y han abrazado la dolce vita, moc, moc. Se da la circunstancia de que algunos jugadores del grupo de los estajanovistas miran mal a alguno de los vividores y les consideran perjudiciales para el equipo. Durante el Guardiolato, cada vez que los capitanes han llegado a semejante conclusión, la oveja negra ha dicho adiós. ¿Tendrá Pep la fuerza para echar a uno de ellos aunque sea canterano, triunfador y joven? Ésa es una de las claves de este asunto, sobre todo si los cuatro capitanes discrepan entre sí. En esas dudas se hace evidente que el desgaste del que hablaba Bird ha alcanzado también a Guardiola.

Pero el futuro de Piqué no es lo único que cuenta estos días. Como ha venido ocurriendo en las últimas temporadas, para la plantilla 2012-2013 serán mucho más decisivas las salidas que las entradas. Guardiola y Zubizarreta están convencidos de que este equipo aún logrará grandes títulos, pero creen que conviene oxigenar el vestuario. Para ello es imprescindible que algún nombre importante diga adiós. A la casi segura marcha de Keita y Adriano se podrían sumar pesos pesados Alves, Villa o el propio Cumbias.

Y ahí interviene nuestro amado Sandro XVI. Si Guardiola no se siente respaldado en alguna de las duras decisiones que deberá tomar, difícilmente continuará. ¿Sabremos con exactitud algún día qué papel tuvo el club en esta decisión? Tal vez. Lo que sí sabemos que la súbita resurrección del nuñismo de las últimas semanas le recuerda a Guardiola que su misión no está finiquitada. Afortunadamente, El Mite es hombre de causas. Y si hay algo que nos permita ser optimistas, es exactamente eso.

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