4-3-3

Sermón en misa de 12

10 febrero , 2013
 
Contra todo pronóstico, la misa más multitudinaria celebrada en Barcelona en varias centurias tuvo su gracia. A pesar de algunas leyendas que han transitado los vestuarios del Camp Nou, no todo el mundo está habituado a ver el fútbol con resaca. Con esa luz, el verde del césped refulgía. En los bares, abuelas charlatanas se daban la paz con adictos al Vispring.En ese hábitat extraño, el futbolero tuvo tiempo de fijarse en detalles que normalmente pasan desapercibidos. A saber: qué buen renegar tiene Roura. Qué entusiasta celebrando los goles. Claro que sí: nos hace mucho bien la forma de sentir el fútbol de un tío que se quedó sin carrera por una entrada de Van Basten, de un tío que tanto debió gozar con la Jungla de Cristal.

También fue extraño ver a Messi espeso. Aunque le ocurra cada año por estas fechas, resulta perturbador verle elegir mal, fallar, bajarse de la cruz. La alucinante matinal alcanzó incluso para que Alexis diera la razón a sus tres últimos defensores en Occidente.

Pero ya saben cómo es el Camp Nou: la placidez dura poco. Iniesta, con su aspecto de monaguillo, se acercó al atril para decir algunas cosas y todo saltó por los aires. Culminó una actuación estelar deslizándose, parando, arrancando, flotando. Su exhibición recuerda que en la posición en que actuó ayer sí rinde como un verdadero aspirante al Balón de Oro, que con él de volante el Barça fluye mejor aunque le falten Xavi, Busquets o Pedro.

Tal vez fuera cosa de la resaca, pero a más de uno lo de Iniesta le pareció un sermón incendiario con un mensaje rotundo: «Soy mejor que Sex y éste es mi sitio: arrepentíos».

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