Cruyffistas

Blaugrana: definición

29 octubre , 2014

La noticia pasó tristemente desapercibida la semana pasada. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ha aceptado la palabra blaugrana. Perdonen que nos pongamos solemnes por un instante, pero el salto resulta asombroso en un país donde no hace tanto el catalán estaba prohibido y donde el Barça era visto por el régimen como una síntesis en pantalón corto de esa legión de insomnes enemigos de España. 

(Permítanme que añada, aunque no les importe un pimiento, que en este agujero nos hemos planteado cambiar el nombre de este foro; la moción fue descartada porque del mismo modo que somos gente de rencores ancestrales nos adorna el virus de la fidelidad). 

Pero la satisfacción no podía ser completa; ocurre que el ilustre diccionario ha pergeñado una definición precaria. A saber: 

blaugrana. (Del cat. blaugrana, de blau ‘azul’ y grana ‘grana2‘). adj. azulgrana. Afición blaugrana. Apl. a pers., u. t. c. s.

Así como lo leen. Y uno piensa que nos hemos hecho merecedores a lo largo de 115 años de historia de algo más lucido. Debería haber por ahí una segunda acepción en que hablara de cierta forma de entender el fútbol, de un placer estético, de un gusto por el ataque y el riesgo y los tres delanteros, y de la construcción de todo un mundo alrededor del balón, el rondo, la posesión, el ninguneo del rival al que sólo se le conceden esas migajas denominadas contragolpes, del odio infinito y completo a ese horror llamado Madrid, del año de los seis títulos, y de esas sinfonías ante la afición con el paladar más fino del planeta. Todo eso es blaugrana.

Puede que en una tercera convendría referir lo que fueron Cruyff, Maradona, Stoichkov y Romário, de Rivaldo y Ronaldinho, de Xavi, Iniesta y Messi. Ellos también: blaugrana.

Pero todas estas definiciones resultarían incompletas sin esa última acepción, tan importante como cualquiera de las anteriores. Es la que habla de ese mal que no deja de reproducirse en el seno del club, de esa gente acomplejada e inspirada en un sobornador de inspectores de Hacienda, de ese tropel que odia al fútbol y a los futbolistas, de los del negociet y el canapé, de esos Toni Freixa convencidos de que ellos son más importantes que Guardiola, de esa junta que pactó con violentos, satrapías orientales y patrocinadores insólitos, de unos señores elegantes que actúan movidos por dos instintos primarios, a saber, la destrucción de todo lo que significa Cruyff y la construcción de un poder de las elites económicas para las elites económicas. Ellos también: blaugrana.

Esta definición, así, más surtidita, habla de una vida apasionante y habla de una existencia en la que por felices que seamos siempre tendremos un enemigo a nuestro lado de la trinchera -y un objetivo, el de desenmascararle-. No me dirán que la nuestra no es una vida rica y emocionante. No me dirán que no mola ser tan blaugrana.

 

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