Fracasos

Bendita masacre

15 agosto , 2015

Bendita la masacre de San Mamés. Bendita porque el partido fue una perfecta parábola de los riesgos que afronta un equipo que viene de ganarlo todo. Y las enseñanzas de esos cuatro chicharros  son más nítidas porque ayer no asomó el Messi estratosférico de los primeros minutos de Tiflis ni ningún milagrero canario para salvar los muebles. El campeón de Europa recordó ayer que cualquier partido se puede perder y que si se hacen los suficientes regalos cualquiera te puede humillar.

Porque es fútbol y el rival juega y a veces hasta sabe lo que hace.

Si me apuran, el sangrante 4-0 de los chavales de Valverde tiene una lectura positiva. Ésta que tenemos no es la máquina perfecta, cuajada, milimétrica e implacable de Guardiola. La plantilla no es la barbaridad que fue. Los fichajes no juegan hasta enero y suplentes de nivel mundial no hay ocho, sino tres, que pronto serán dos. Añadan las lesiones y los estados de forma de un 14 de agosto y comprendan. El Barça, el mejor equipo del mundo a día de hoy, tiene el banquillo que tiene. No hay sólo un Hleb o un Fontàs en la plantilla. Aquí hay un Douglas, un Adriano, un Vermaelen, un Bartra, un Sergi Roberto, un Mascherano cuando juega en la medular, un Rafinha cuando no está inspirado, que son bombas de relojería. Eso sin contar a Sandro y Munir. Y es sabido que Ter Stegen, Alves y Piqué también la cagan en sus días flamencos.

Es desde esa óptica como hay que valorar la proeza del año pasado, en que dejamos en la cuneta a cuatro campeones de las cuatro mejores ligas europeas en Champions y además nos ventilamos al campeón de la Liga y al de Europa en España. Insistimos: contemplen el percal y cuenten a cuántos sospechosos encuentran para aplaudir a continuación lo conseguido de la mano de los 15 titulares y pseudotitulares del año pasado. Otra conclusión feliz es que este martes ganamos un título internacional que bien pudimos perder y que hace que en la última década hayamos conseguido el triple que La Banda (nueve a tres). ¡Adelante con esa vuelta Olímpica, y que corra el Jägermeister!

Pero al margen de estas reflexiones, de la paliza de anoche y de las posibilidades de remontar (que las hay, claro, sólo hace falta adivinar la alineación del lunes), lo ocurrido en San Mamés nos recuerda la enorme dificultad para competir que tienen los campeones. Si al futbolista hambriento hay que sumarle un plus de potra, milagros y casualidades que le sitúan un peldaño por encima de su nivel, para adivinar el rendimiento del jugador saciado hay que bajarle del Youtube e imaginarle defendiendo un córner en El Plantío en una desapacible noche de diciembre después de haber salido hasta las ocho de la mañana.

Nada más difícil que ganar a los ya vencidos. Es bueno recordarlo con el mercado de fichajes abierto y en la competición menos importante del año. Porque sabe dios que perdonamos una humillación, pero que adictos al spanking no somos.

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