Chorreos

Cats Versus Cucumbers

21 noviembre , 2015

Ay, amigos, ay qué calores, ay qué alegrías. ¡Que le pille esto a uno en plena ochentena, en un mundo de abstinencia y moral estrecha! Una quincena de tíos desnudos que dicen representar al Barça han profanado el templo del nacionalmadridismo esta tarde y lo  han hecho a placer, sin oposición, entre risas.

La demolición no es una cualquiera. Tiene ecos históricos. Evoca el 0-5 a Franco, el 5-0 del Dream Team, el 2-6 de Guardiola, el 5-0 a Mourinho y sus Quinquis. Hablamos de un top-5. El Barça, sin su mejor hombre, le ha hecho esto a un rival que es el conjunto del planeta que más ha gastado en los últimos diez años. Más que los sátrapas del petróleo, más que nadie. La Banda, en todo su esplendor, es este engendro del sábado 21 de noviembre de 2015.

Servidora de ustedes vaticinó la derroa azulgrana partiendo del supuesto que La Banda seguía siendo La Banda. Qué error, amigos. El Frankesntein del Tito Flo no es un equipo y no merece esa camiseta que en otro tiempo, aunque fuera en un arrebato de orgullo y fealdad, metía dos golitos y alzaba Copas de Europas. En esta década mágica en que el Barça coleccionó cuatro Champions, en este septenio en que La Banda ganó una sola Liga, el Madrid se desnaturalizó hasta el extremo de que ya no es reconocible. En adelante, amigos, no temeremos ya la llegada del Clásico. Es otra era, es otro tiempo: ¡Bienvenidos a CATS VS. CUCUMBERS!

Sí, amigos. Somos un equipo con dos de los tres centrocampistas renqueantes, con Sergi Roberto titular, con Mascherano y Mathieu amenazando con jodernos la vida. Eso somos. Eso y La Bestia en el banquillo. Poco más que un pacífico pepino de plácida existencia. Pero decíamos que La Banda ya no es La Banda. Han mutado y son un hatajo de dulces mininos, que comen su pienso, beben su agua, mean felices y viven su dulce indolencia para girarse y encontrar, terror, la amenaza verde tumbada ante ellos: ¡Hortalizas asesinas! ¡A mí la Legión!

Piensen en el bueno de Danilo: semanas de trote cochinero contra los Granadas de la vida para, de golpe, girarse y ver ante sí a Neymar y Suárez. O en Ramos. Un señor que le pega a todo lo pegable en la creencia de que por mímesis con Hierro acabará alzando tres Champions y de pronto se descubre cuatro abajo en el marcador contra un rival al trote. Piensen en Isco, que había de retirar a Iniesta, pobret.

No olviden tampoco a Keylord (Gracias, Dios!) que tras meses de rezos, pregarias y sacrificios de carneros se encuentra con semejante atropello, con Neymar en modo Cresta Parda, con Suárez en modo Mala Bestia y con Messi, La Verdadera Bestia Parda que Puebla las Pesadillas del Bernabéu, sonriendo en el banquillo. Es talmente así: el dulce Micifur rumía al sol y al girarse, ¡me cago en la leche puta!, ahí está el amenazador vegetal faliforme.

En fin, amigos. Hubo un tiempo en que se decía que Gento no había crecido más a causa del abrumador peso que acarreaba en la entrepierna. Hoy La Banda no encuentra argumentos en su zona inguinal. Sólo halla miedo. Es muy consciente de lo que tiene al final de su espalda y vive en un mar de sudores fríos. Y nosotros, señores, somos inofensivos pepinos, amigos de las paredes, de tocar el balón, de hacerlo bonito. Pero para ciertas almas impresionables, somos el elemento más terrorífico del mundo. Porque conocen nuestro secreto: somos sus pepinos, y ellos son nuestros gatitos.

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