Golazos

Domador de balones

10 noviembre , 2015

Han pasado 48 horas de la proeza y uno sigue dándole vueltas al golazo antológico de Neymar. Varias certezas asaltan a partir del trigésimo visionado de la jugada. La principal es que Neymar, estrictamente hablando, se equivoca. Porque recibir ahí un balón encarado a la portería rival y optar por frenarlo con el bajo vientre, primero; y combarlo hacia atrás, después, es una pura estupidez.

El fútbol, la experiencia, el millón de partidos disputados y vistos, Darwin y toda la evolución de los mamíferos bípedos que pueblan la Tierra dicen que si quieres esa presa, deberías correr hacia ella. Dicen también que en el momento de la caza abierta, no debes perder de vista a tu objetivo, que la velocidad es un pro, que nadie en su sano juicio frenaría el balón ahí para ponerlo a continuación donde no puedes verlo y de modo que te obliga a frenar.

Pero si este gol merece resistir durante décadas en la memoria colectiva culé es por lo que está por llegar: el 11 azulgrana no se desplaza lateralmente para esperar el balón manteniendo contacto visual con portería, guardameta y Jaume Costa, el defensa más rápido del Villarreal. Neymar, maravilla del fútbol moderno, artista en cuerpo de espantapájaros, decide dar un giro de 360 grados sobre sí mismo que hace muy improbable que la jugada llegue a buen puerto y que, simultáneamente, la sella en nuestras memorias.

Con la velocidad que muy pocos locos y sólo algunos ligamentos de rodilla resistirían, Neymar rota sobre sí mismo hacia su izquierda; en unas décimas se congela el mundo, su instinto cabalga a ciegas hacia la nada mientras su mirada recorre las gradas. Hay ahí un ejercicio de fe: ¿han probado a correr por un párking con los ojos cerrados? Eso hizo el genio. Y al culminar la vuelta entera, el milagro: para espanto de Costa, la pelota está justo donde Neymar lo quería. En un truco alucinante, el cazador tiene ahora un disparo franco, centrado y blandito para anotar a placer. Sólo entonces cobra sentido su chaladura y el Camp Nou grita un gol con sabor a Ronnie, al añorado Ronnie, al ya no tan inimitable Ronnie.

Es curioso: ha tenido que esfumarse la Cresta Parda para que el Camp Nou disfrutara de la primera gran obra de arte del Domador de Balones.

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