Bajas pasiones

‘In your face’

19 noviembre , 2017

Habrán visto que andamos apáticos, perdidos y poco laboriosos. Parte de la culpa la tiene La Roncha y esos parones asesinos; otra parte, que transitamos aún el otoño; una última hay que atribuírsela a un mundo que entre atentados terroristas y represión política se empeña en culpabilizarnos por nuestras pulsiones lúdicas.

Tal vez convenga echar la vista atrás para comprobar que desde el año 28, y con la excepción de la Guerra Civil, siempre hubo fútbol en nuestro mundo. Y ya saben que fue un siglo feo, horrendo, con años más negros que grises y 40 años de profunda placidez fascista. En el 31, con la Segunda República, el Barça no olió medio título. La Liga 44-45, con los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial y el eco de la bomba atómica, el Barça se llevaba la Liga. La agonía de Franco nos volvió a dejar en blanco y en el año del Parto de la Sacrosanta Constitución nos llevamos la Recopa de Basilea. En la 2001-2002, con la caída de las Torres Gemelas y el nacimiento de un nuevo tipo de mal, el Barça tampoco olió medio título, pero estuvimos ahí para consolarnos con un club donde coincidían Gaspart, Rexach, Reina, Barjuán, Gabri, Gerard López, Christanval y Rochemback. Uno no sabe cómo se recordará este convulso 2017 ni qué nuevos horrores trama un estado incapaz de condenar el franquismo, lo que sí sabe es que, al menos, hay fútbol. Y nada como verse en lo más alto de la clasificación en estos tiempos de a por ellos, de inquina y de neofascismo.

En verdad, cuando les parezca que Paulinho no les llena y que las victorias feas no alimentan, conviene imaginar a Tebas desayunándose el lunes con El Alcázar y su troglodítico entendimiento, contemplando al Barça en lo alto de la clasificación. Piensen en toda esa caterva de jueces y fiscales tan independientes que sólo militan en Ultras Sur, piensen en el millón de estadios -Butarque el último- que han dedicado la visita del Barça a pitar e insultar a Piqué. Tal vez así, tal vez, encontrarán que esta Liga tiene más gracia de la que le suponían.

Es improbable, en efecto, que estos pensamientos nuestros se lleven el Príncipe de Asturias de la Concordia, pero lo cierto es que esto sigue siendo fútbol, una Thermomix de la vida, con un aparato digestivo formidable capaz de convertir cualquier pasión en pura gasolina futbolera. Esto sigue siendo fútbol y cuando Suárez le grita gol en la cara a Pichu Cuéllar, nuestro ancestro peludo más remoto sonríe y suelta un feliz eructo de mamut.

Y no me sean remilgados: en un futuro no tan remoto del que nadie quiere hablar, no estará sobre el campo el Dios del Fútbol. Empujen y griten, joder, que sólo hay una vida y pocas Ligas podremos ganar tan in your face a este estado Barçófobo.

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