Fracasos

El búnker profanado

26 mayo , 2019

¿Y cómo cojones iba a funcionar la cosa en semejante casa de lenocinio? La pregunta se repite en las últimas horas con distintos grados de histeria, oscilando desde el nivel ‘ha pasado algo malo aquí en Chernobil’ y el ‘Aquellos hutus con machete no vienen a pedir sal’. Repasemos: el presidente hizo campaña en su día contra Cruyff, CONTRA CRUYFF, se hizo fotos con Boixos, fue el vicepresidente deportivo de Rosell, posiblemente el único presidente de la historia que ha empeorado a Gaspart. De aquella gestión heredó la colocación de agentes antiguardiolistas en puestos clave del equipo y una gestión por la vía de la demoscopia que así nos luce el pelo.

Por debajo de él, una serie de tipos de negocios que en su vida han comprobado los efectos alucinógenos del olisqueo de un buen peto sin lavado, y por supuesto, Pep Segura, un tío que habría ejecutado en la misma cuna a Messi, Xavi e Iniesta por su escasa envergadura. Y si seguimos, ya saben: algún nombre futbolero que cuele entre los que saben (llámese Tito, llámese Abidal, qué curiosas y malhadadas casualidades) y una serie de pájaros sin ton ni son a condición de haber prestado servicio a la causa nuñista. Uno mira quién manda en La Masia y en esos sitios y ve las mismas locuras que debieron verse en el Palacio del Pueblo de Bucarest en diciembre del 89.

Y aún así, esperábamos que funcionara.

Sí, porque tenemos a Dios -en el que supone el gran, no, el único éxito incuestionable del mandato de Bartomeu-; también porque hay en el vestuario una serie de ganadores genéticos y psicópatas (Suárez, Busquets, Piqué) y grandiosos futbolistas que a días parecen el mejor del mundo en su puesto (Ter Stegen y Alba, sí, el Alba de antes de la renovación). Pero por encima de todo, porque en nuestra mente creímos que era posible establecer un verdadero cordón sanitario entre la barbarie imperante en el club y el fútbol que se produce en el vestuario. Ya en tiempos de Guardiola la cosa marchó, y lo hizo hasta con Luis Enrique; el siniestro total de Roma seguía siendo para algunos una desgracia puntual.

Pero ocurre que el búnker no podía aguantarlo todo. Estaba tan inaccesible y alejado de los uruk-hais de la directiva que se minimizaron las entradas de oxígeno y sangre nueva. Y desde 2015 han pasado cuatro añitos, añitos que han ido directamente a obturar arterias futbolísticas de la criatura. Los fichajes los han hecho entrenadores como Luis Enrique y Valverde, que tienen un criterio y una fidelidad al modelo Barça muy dudosa, y así han salido los Ardas, los Andre Gomes, los Paulinhos y los ArturoVidalesQueCaganMelones. A ello se le añaden los equilibrios arrancados por las vacas sagradas al entrenador de turno y voilà, de repente qué jodidos estamos y por qué se alegra tanto ese histrión llamado Marcelino.

Si el Barça no vuelve a ser el Barça, seguirá arrastrándose por las soledades del mundo como el Judío Errante, sin alegría ni fulgor, pero con un esqueleto oxidado que aún tumba a cualquier equipito, capaz de ganar en España durante otro par de décadas. Si no se ficha a un entrenador que crea en la Idea, ocurrirá exactamente lo mismo que con Valverde. Si este hipotético entrenador no convence a Messi de que hay que volver al fútbol, seguiremos dependiendo de la potra y de que Dzekos y Origis la manden a las nubes.

Quizás sea más sencillo mirar arriba y cagarnos en los árboles genealógicos de los 25.000 analfabetos que votaron Núñez. Porque admitámoslo: no es muy normal que esperemos que en una casa saqueada, con el tejado hundido y tomada por las ratas las cosas fueran bien de cojones precisamente en la cocina donde solíamos guisar el mejor fútbol del mundo.

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