Los nuestros

Las notas (II). No sólo puede quedar uno.

6 julio , 2019

Dios santo, no hace tanto que se nos iba Thiago porque no tenía minutos y mire, es que no podía tenerlos. Teníamos a los tres mejores del planeta, que nos llenaban el campo y los ojos y el modelo parecía blindado, fortificado, eterno. Pero el tiempo lo arrasa todo y a día de hoy tenemos a Messi en un equipo donde la medular es el gran problema. Sobrados en Liga, pero incapaces de encerrar a un grande en su campo durante media hora.

El grotesco espectáculo de la directiva, con la gente que se pira, pero peor aún, con la gente que está y manda y no tiene puta idea y ningún principio más allá de la futbofobia, explica cómo hemos llegado a esta situación: el único tío de talla mundial que nos queda -Busquets- aparece ya señalado. El fichaje del Yerno 10 es oro puro para volver a tocar y volver a romper líneas sin ortopedias, pero para eso hay que creérselo. Y a día de hoy, este equipo, con este entrenador, con este presidente, con esa peña insólita de los Seguras y compañía, no quiere tal cosa.

Uno se quedaría tranquilo pensando que con Busquets, De Jong y Arthur ja fem, pero es que tiene toda la pinta que el horror de la cresta seguirá ahí avergonzándonos y que Aleñá o Riqui Puig sólo jugarán rondas absuras de Copa del Borbón del A por Ellos. Y uno rabia en silencio: si algo nos enseñaron Cruyff y Guardiola es que sin centro del campo, reina la barbarie. Sin centro del campo, la vida no merece ser vivida.

Busquets. 7,5. Al abuelo se le olvidan las cosas. El otro día me contó no sé qué mierda del coche en el párking y al minuto me lo volvió a repetir. Y sí, se esa cosa que se te eriza el vello y te acuerdas de que la guadaña acecha. Se oyen en los intestinos del Camp Nou historias extrañas, movidas turbias que indican que Busi ha acabado tan hasta la polla del club como el club de Busi. Que se le puso en el mercado. Que los analfabetos de la junta le acusan de haber cometido estafa gorda en su última renovación, porque ahora nadie da por él las millonadas de antaño y nadie le da lo que cobra aquí. Igual olvidan que roza los 31 y que lleva años aguantando el tinglado en un equipo que ha abandonado la medular para llenarla de retromónguers y delincuentes. Busquets ha completado un año sin la brillantez de siempre pero con la sabiduría necesaria para ordenar al equipo y asfixiar rivales, le sobró en Liga y no le alcanzó en Europa por un milímetro. Y lo hizo con los números lamentables de cada año (cero goles, dos asistencias) y puede que menos lujos técnicos. (No se pierdan esta poca de caviar con el doble sombrero a dos tíos del Inter que no han aprendido que uno no se acerca a Busi si no quiere acabar en el póster).

Con todo, no ME sean Bartomeu: cada vez que vemos una finta de Busi para el control orientado nos acordamos que pese a la catarata de mierda del nuñismo, seguimos siendo nosotros. Ese instante feliz en que el abuelo te ve, te ubica, te guiña un ojo y te da siete céntimos y una peladilla.

Rakitic. 7. X=Y. Rakitic ha dado un gran rendimiento en el Barça, especialmente porque llegó al club cuando la medular debía equilibrar la explosión de talento de la MSN. Su perfil de tío que lo hace todo bien, que no pierde la posición, que arriesga poco, ha dado mucho en este tiempo. Pero amigos, con idénticos ingredientes haremos idénticas recetas, y si al tema se le añade que la criatura tiene ya 31 años, toca asumir su adiós. Y tampoco pasa nada por decir que su juego a veces tiene la complicación de un silbato: si soplas, suena, y a eso se ha limitado demasiado a menudo.

En su última temporada ha estado tan consistente como siempre, sin enormes logros, con la tractoreta echando humo, con un nivel físico discutible, adoptando poco riesgo y con el juego justo para follarse, un año más, a Modric y Kroos allí donde se los ha encontrado.

A Rakitic hay que agradecerle también que nos dejara uno de esos cañardos que alargan la vida y que nunca jamás han sabido ejecutar los centrocampistas criados en esta nuestra ciudad. A Rakitic hay que agradecerle por siempre jamás por ese gol en esa final de Champions, que le convierte en el único centrocampista de la historia de este club de centrocampistas de leyenda que ha logrado anotar en el partido de partidos. Rakitic no podrá pagar nunca una cerveza en esta nuestra civilización.

Rafinha. SC. Rafinha cuál. Es tal el bucle de lesiones graves de los Alcántaras que honestamente ya no sabemos quién es quién, en qué equipo juega, cuándo fue bueno, para qué le queremos. La confusión nos lleva a recordar a aquel Alcántara original, al de la proeza americana.

Arthur. 7. Lo que tú quieras. A este brasileño sólo le faltaba haber nacido en el Masnou para ser el puto Jordi Culé: hijo de familia acomodada, emprendedores del textil, jugador enano y tocón. En un año de escasos orgasmos futbolísticos que no hayan tenido que ver con La Bestia Parda, su irrupción ha sido néctar. Después del infierno de Ardas, Paulinhos, Andregomes y chilenos, ha llegado un tío que entiendo el fútbol, la pausa, un vicioso del pase y desmarque para tocar y otra vez y soltarla otra vez. Joder, por fin un tío que recuerda a Xavi, no al Xavi de los 22 años de Melo, sino al Xavi desencadenado de su plenitud. En fútbol no hay nada más difícil que defender a un tío que en medio campo y en una zona a millones de kilómetros de la portería rival se marca un esprint loco de cinco metros para recibir. Ese acelerón en zona de nadie para completar un triángulo en una jugada en que no hay nada, eso está en la base de todo. Casi lo habíamos olvidado.

Su año, no obstante, ha sido generoso en decepciones. Lesiones, lesioncitas, salidas de juerga en París para joderse un músculo a continuación, la noticia de que si no jugó contra el Liverpool fue porque se había metido cuatro kilos de más en el cuerpo, CUATRO, POR DIOS, en un equipo en que el GPS alerta hasta de cuando el pipí salpica más de la cuenta. Con Arthur el Barça ha acertado, falta por ver qué quiere ser Arthur en este equipo, y falta por ver si tiene el carácter para arrinconar a Valverde y convencerle de la atrocidad que es poner al loco de la cresta por delante suyo.

Arthur, a quien le deseamos larga vida entre nosotros, nos dejó la mejor asistencia de la temporada en el huracán de juego de la remontada de Copa ante el Sevilla.

Arturo Vidal. 1. Barbarie. Vaquilla. Pero nada que ver con el delincuente, no malinterpreten su aspecto, su mirada, su porte. Vaquilla de verdad: un mamífero territorial que tiene muy mala hostia, persigue a todo lo que se menea y que necesitaría varios milenios de evolución para atisbar alguna noción de lo que es un triángulo. Vaquilla con fuego en los cuernos, para cabrearse más, para aumentar su espectacularidad. En pocos sitios como en la deep Spain se podría valorar más su despliegue de sudor, legañas y efluvios.La temporada de Arturo Vidal se puede mirar desde muchos ángulos. Uno le favorece: como Iván Iglesias, como Jeffrén Suárez, metió el quinto en una manita a La Banda. Todo lo demás es basura. Tres goles y siete asistencias. Por compararle con otro cabestro de su condición, Paulinho le superó, con nueve y cuatro.

Su juego de barrer el centro del campo con un despliegue físico como -honestamente- no hemos visto en estas latitudes nos ha horrorizado al tiempo que nos ha ofendido. Joder, que somos el Barça, corres demasiado. Ha sido una experiencia similar a ser el papá de la señorita de la imagen y contemplar un vídeo íntimo de la feliz pareja.

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Es de suponer que su portentoso estado de forma se adquiere con enormes dosis de profesionalidad, pero uno se pregunta si esa profesionalidad podría aplicarse a comprender que un centrocampista no puede abandonar la posición, a tocar alguna vez una pelota con sentido, a devolver una pared sin sonrojar a la peña, a no convertir cada aparición en una oda a Fabio Rochemback.

La fealdad y sinrazón de su fútbol nos han sonrojado no sólo en lo malo, sino, peor, en lo bueno: observen la metalurgia desencadenada de la asistencia del gol que valió la Liga. O su gol al Getafe: desgarros de córnea a cada visionado. Con lo mucho que le habría encajado ser el mariscal de campo de Bordalás.

Ustedes me dirán, que les conozco, que a Vidal le trajeron para dar fuerza a un centro del campo asfixiado, y que ahí cumplió. Discrepamos: recuperar 100 balones no sirve de nada si se pierden 101. Discrepamos: en el 2-0 del Liverpool, Wijnaldum le micciona a él en la cabeza y llega antes, y ni tackle ni mierdas, que el fútbol es de los que andan sobre el césped, no de la Vileda people.

Sabe dios que rezamos a todos los santos por no ver nunca más ese hórrido dorsal 22. Sabe dios que tenemos el íntimo convencimiento que se puso con la cosa del fútbol tras el gravísimo accidente de moto en que el conductor era él. Así lo contó su primo:

Denis. SC. Dorian Gray. Cuanto más guapo, peor jugador. Que sea feliz en su Celta, que algún día nos sepa explicar cómo un pitxafreda de su magnitud llegó a intimar con Luis Suárez.

Aleñá. 8. No sé qué me da-a-as. Algunos de los mejores movimientos que les hemos visto a los volantes del Barça en todo el año los ha firmado este amigo pelopolla. No es, nos dicen los que saben, el superdotado que algunos queremos ver, pero sabe Dios que este tío tendría que haber tenido el triple de minutos, el triple de partidos, y que es un pavo que jamás nos avergonzará. En los tiempos siniestros que corren, eso es muchísimo.

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