Los nuestros

Redención

17 julio , 2019

Decía bien Tyrion: nada nos gusta más que una buena historia. Y no está mal la de este dibujo de Saint-Exupéry hecho futbolista. Con sus rizos de Cupido y su rollito de ídolo de la Superpop, ha venido a hacer de la delantera del Barça un sitio donde el talento no esté tan monopolizado y a convertir las ayudas en el marcaje a Messi en una forma de suicidio bastante obvia.

Pero para contarles mierdas tácticas ya están los sacedotes de la Alta Consultoría Balompédica, esa horda que asola las redes. Aquí estamos para hablarles de odio.

Odio, hijo de mil putas, que sacas lo más negro del ancestral odio a lo francés, digámoslo, venga todos, gabacho de los cojones, porque nadie como tú tuvo al Mal, al UberMal de la era de la UberPotra y el UberSatanás, en la picota. Sólo tenías que meter un puto penalti. Un puto penalti, hijo de mil hienas, y lo fallaste, que tan difícil no sería cuando luego metiste, tarde, cabrón, el de la tanda. Y os follaron. Por tu culpa. Fue la derrota del mundo civilizado.

Y unos días después, Antuán, tienes a Portugal en la final de la Eurocopa, la tienes ahí, menor, humilde, pírrica, y tienes cuatro ocasiones, cuatro, incluyendo la mejor de todas, y tú, que eres tan molón y te veías ya celebrando ‘je le met, je fais le Fornite!’, las fallaste todas, desgraciado, que nos costó la Eurocopa y otro Balón de Oro de esos atracados por Fraudiano.

Y cuando ya no podemos más de odiarte, tío mierda, llega el Mundial y pilotas la nave y pones la cabeza y el talento en una selección repugnante, creada para sudar y correr, para lanzar a Mbappé y nada más, pero lo haces tan bien que los llevas a la final, gobernando los partidos y el ritmo desde tu posición de falso delantero, bajando a recibir, abriendo, girando, jugando. Y esa mierda de Francia, que qué timo de cosa, llega a la final y ¡pip!, penalti. Y vas tú. Y el Occidente en pleno respira: tranquilos, lo falla, siempre los falla. ¡Pero lo metes! ¡Siempre contra El Bien! ¡Y esa mierda llegó después de un puto vídeo de retromónguers y para retromónguers en que decías que pasabas del Barça para estar otro año en el Pateti!

Sabes que te hemos odiado con vigor y satisfacción.

Y aquí estás. Y aquí la historia se pone interesante, y a nuestros años, el fútbol adopta un nuevo matiz, un nuevo interés. Ahora eres de los nuestro y quieres tomar mate en la mesa de Dios. Y si estás aquí sabes que es para follarte a Ramos, tampoco sería la primera vez, bribón.

Y ustedes, que son escépticos, y que se acuerdan de cierto Ali Babá, miran su precio y menean la cabeza. Ilustres barcelonistas, ofendidos en lo más íntimo de su blaugranitat, han denunciado que con Griezmann, se bajan. Verdaderos patriarcas. Gente que entiende que 120 por este pájaro es demasiado.

Bien, bien. Respecto al precio, que se ocupen de ello los nuñistas. Respecto a la calidad del artefacto, ahí sí tenemos cosas que decir. Nuestro Principito nos parece un jugador infravalorado por la crítica. En plenitud de Neymar, era el único futbolista a quien veíamos acercarse a su nivel bajo el trono de Messi. La precisión y la poesía de ese pie zurdo en cada pase a primer toque son cosas que alargan la vida de un futbolero. Y sí, hay gol, y hay competitividad, y hay hambre. Pero sobre todo hay calidad a raudales. A día de hoy, sólo vemos a un tío por encima de él, y a varios a su vera: Hazard, Mbappé, el propio Neymar.

Sí hay un algo, un nombre, un pasado reciente que nos inquieta. Uno importante, uno nada más: Thierry Henry. Acostumbrado a ser el todo del Arsenal, malvivió arrinconado en banda para dejar espacio al Dios del fútbol. Una década después de su paso por esta casa, podemos decir con toda tranquilidad que fue un bluff, que Pedro dio muchísimo más y que del Dios de la Premier no llegó aquí ni la mitad de la mitad.

Y Griezmann, cierto, puede tener problemas en banda en el uno contra uno, en ese callejón sin salida en que tantas veces vimos ahogarse al Dios del Arsenal. Pero ni Pedro ni Villa, extremos del mejor equipo que hayamos visto, eran precisamente Garrincha: entendieron su rol, aportaron agresividad, goles y movimientos. ¿De verdad piensan que un superclase como Griezmann fracasaría ahí?

Pero más allá de su nivel, hay una razón más poderosa que su fútbol de seda para quererle en nuestro once.

Y volvemos al odio y a Tyrion. En esta nuestra religión de la pelota estamos para disfrutar y emocionarnos. Para olvidar nuestros lunes, para vibrar. Y el fichaje de Griezmann viene con el relato incorporado. Los caprichos del balón lo han querido, y la temporada del Barça 2019-20 será la historia de una redención. Redención del equipo de Valverde con el buen fútbol. Redención del imbécil de los bailecitos con nosotros. Y redención del fútbol con Messi: el primero le debe demasiado al segundo. Para comenzar a devolvérselo, aquí tiene a Griezmann.

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