Copa del rey

Se nos ofreció

4 marzo , 2021

Se nos ofreció desembozar la temible y putrefacta tubería del lavabo. Ustedes saben de qué hablo: de esa materia negra viscosa y con pelos, de esa sustancia que nos recuerda cómo de sucios somos nosotros, nuestras almas y nuestro mundo. Se nos ofreció y accedimos.

Y desde entonces, libres de ese horror, ocurren movimientos tectónicos bajo nuestros pies, se respiran aires de primavera en el aire. Una seria de acontecimientos cósmicos se han desencadenado de un tiempo a esta parte.

La borbonada, lo saben, ya no puede ocultar su desvergüenza y se refugia en lejanas cleptocracias. Increíblemente, tras cinco décadas de obediencia y ocultación por parte de nosotros los vasallos, parece que estamos preparados para decir que si un tío tiene 1.800 millones de euros no previstos en los presupuestos generales del Estado, pues seguramente unos hilillos de descuido fiscal debió haber ahí.

Justo en este punto del espacio-tiempo, le da al nuñismo pot volver a los calabozos de los que nunca debió salir: el Josep Lluís estaria orgullós. Y joder, coincide también con la semana en que acabaremos con Sandromeu para poner en el palco a un presidente digno de Cruyff.

En este contexto el Barça coge carrerilla, y Pedri y De Jong nos gritan que sí, que aún somos nosotros, que se acerca otra edad dorada y que ni Umtiti la cagará esta vez, que es tiempo de volver a gritar. Y nuestro anciano Barça se levanta de la silla de ruedas y con un fútbol errático pero convencido, de decenas de ocasiones, con una versión infantil y lúdica de sí mismo, nos da para resultar empalados por el PSG, sí, pero también para firmar la mejor Copa del Rey que uno recuerde, con agonías en Vallecas y Cornellà de Dalt, con espasmos in extremis ante Granada y Sevilla, siempre brindando por esa España de Vox que representan el Club del Moro Garbancero de las retransmisiones de Telecinco.

Y de repente, un instinto animal nos avisa de que pronto volveremos al bar, el cos em diu que sí i tot en mi és un sí, y una sospecha empieza a colarse por los resquicios de nuestra alma: la súbita convicción de que Messi seguirá otro año, otra eternidad, para desesperación del Mordor todo.

Y desde luego que el verano siempre vuelve, porque pronto podremos recuperar la vieja costumbre de subir copas y bajar calzones ante el Borbó en cap, y lo haremos en masa, convencidos como estamos de que la vida y el fútbol están llenas de hijos de puta y de que cuando llega tu momento, conviene disfrutarlo.

Se nos ofreció y accedimos, y los malos del planeta ya lo saben: estamos de vuelta, madafacas.

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