Fracasos

Trances

17 mayo , 2014

-No podía perder ese partido. Habría hecho cualquier cosa por ganarlo. Cualquier cosa incluye matar gente. 

Dani T., 15.5.14

La otra noche nos dedicamos a la autocompasión, el envilecimiento y la melancolía. Y salió el tema, aquella Liga que nos jugamos en el último partido, y un poeta pronunció la frase que precede este obituario. Creo que a todos nos conviene leerla y releerá. Saber que en el fútbol, lo más importante es tener al mayor número de gente posible en tu equipo que piense como el bueno de Dani. 

Viendo ayer lo que sucedió cuando Mateu Lacoz pitó el final, resulta vergonzante pensar que llegamos a creer que el Barça podía ganar el partido. Gabi llorando. Juanfran llorando. Filipe Luiz llorando. Godín llorando. El Cholo, en un momento de debilidad, llorando. Arda y Diego Costa llorando -en su caso por las lesiones-. Si ustedes me permiten, la ecuación y la lección es muy clara: el equipo con más gente dispuesta a llorar de felicidad cuando gana es el equipo que va a ganar. Y la norma se cumple incluso en el Barça: no hace tanto, Piqué competía con Beckenbauer, Xavi con Guardiola y Messi con Pelé; cualquiera de ellos habría llorado en al derrota. Ganar ayer habría sido como encontrar un boleto premiado de la lotería de Navidad abandonado junto a la puerta de casa: nadie contaba con ello. Nadie creía merecerlo.

Permítanme que les cuente un asunto profesional. Los cronistas deportivos nos pasamos la vida buscando la forma de explicar hechos a menudo tercos, machacones, repetitivos. Resulta un drama contarlos y descifrarlos sin aburrir al lector ni repetirse. La temporada 2013-14, ésta, ha sido contada desde un millón de ángulos por un millón de tíos con talento. Pero nadie, ninguno, consiguió descifrarla, explicarla y desnudarla como hizo el señor Eduardo J. Castelao en el diario El Mundo el pasado 9 de abril. Le bastaron cuatro palabra escondidas en su crónica. «(…) un equipo en trance».

Al leerlo, uno sabía que no había más y que no se podía explicar mejor lo que había ocurrido ese día y lo que ocurriría el resto del año. No nos lamentamos: el Barça también estuvo en trance y le duró tres años. En lugar de Tiago teníamos a Busquets, en lugar de Raúl García, a Iniesta, en lugar de Gabi, a Xavi, en lugar de Diego Costa, a La Bestia Parda. Y de ahí la obra que dejamos al fútbol y a nuestras retinas.  

Mañana domingo no habrá victimismo en los quioscos ni en los bares de Barcelona. Habrá sueños de renovación. Habrá la certeza de que mucho tiene que cambiar para volver a ser un digno campeón, de que falta mucho para volver a ser un equipo en trance. Y a algunos, a los que han tenido la suerte de jugarse un título a un solo partido y con diversos homicidas potenciales de su parte, se les escapará la sonrisa de quien sabe que el fútbol es justo.

22 Comentarios

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