Es el día, es la hora. Esperan en Mestalla once tíos y una afición dispuestos a practicar un exterminio deportivo del Barça tan devastador como el del Getafe el año pasado, cuando nos dejaron en el último momento sin final de Copa.
Hoy he visto el 0-2 al Valencia en la 2004-2005, con goles de Ronaldinho y Eto’o. Viendo cómo celebraba el Barça aquellos goles, he comprendido que lo de esta noche es pura cuestión de orgullo. Igual que viendo al Racing perder con grandeza, he visto que hay noches en que los futbolistas deben sacar lo que llevan dentro.
El Barça tiene hoy la oportunidad de demostrar que es un equipo grande. Esta noche no ganaremos con fantasía ni de virguerías. Es un trabajo para Abidal, Puyol, Valdés, Milito y de Touré, para los guerreros. Es el día para que Eto’o reviva en el túnel de vestuarios, antes de saltar al campo, sus escalofriantes gritos de una tarde de marzo de 2005: «¡¡¡Vamos, hermanos, es el último partido de nuestras vidas!!!»
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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