Actitud

Hambre en el Camp Nou

9 noviembre , 2008

En los bebés, el ciclo del hambre se revive cada dos horas y media. En hombres adultos, cada seis. Y en los grandes clubes de fútbol, cada tres años. Vivir un partido en los aledaños del Camp Nou escuchando las convulsiones del público es el camino más directo para comprender que el Estadi no es más que una enorme víscera. Cualquier endocrino, viendo al Barça de Guardiola, confirmaría que se trata de un hambriento estómago.

Eto’o ha puesto la cara este fin de semana a la ambición azulgrana. En años pasados, cuando el Camp Nou sonaba más bien como un envejecido escroto adicto a la Viagra, la exhibición de orgullo de Higuaín habría conllevado, por simple yin y yang, que el Barça encallara. Ocurre que Eto’o tiene esta temporada un triple estímulo. En primer lugar, convencer al mundo de una mentira: es mejor que Messi como en su día era mejor que Ronaldinho. En segundo lugar, ganar títulos: mira a su alrededor en el vestuario y ve que lo tiene todo. Y por último y más importante, que Abramovich o cualquier otro loco rompa por él el récord de 11.500 millones pagados por Zidane.

Eto’o ha vuelto a corretear con esa mezcla de fe, locura y demagogia que tan bien le fue en el pasado. Su rodilla parece estar en condiciones. Sus arrebatos de locura transcurren lejos de las cámaras. Y su afilado olfato africano intuye que este año el Barça volverá a ser campeón.

Ulises, náufrago y cenizo, conocía bien lo penoso que era pasar hambre. Siempre se refería a su estómago como «el maldito estómago» y sus descripciones de libaciones de vino y sacrificios de reses prueban que era un auténtico Carpanta de ruidosas tripas. Qué orgulloso estaría Ulises de este Barça desesperado. Qué a gusto le daría la pelotita a Eto’o para que marcara a placer y rugiera de alegría.

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