Del manual del Doctor Funesto Culé: Efectos no deseados del trabajo bien hecho:
1) La visita al Ruiz de Lopera, donde el Barça sólo ha ganado una vez en un lustro, se presenta como un trámite.
2) La condescendencia y compasión con el prójimo alcanza el pernicioso extremo de que nadie hace mofa de los excesos nocturnos de los jugadores del Espanyol.
3) Las misteriosas rutas por Asia de Laporta no producen estupor ni levantan sospechas.
4) Hemos olvidado definitivamente que en esta plantilla había un jugador que lucía el 3 y respondía al nombre de Milito.
Del libreto de La Feina ben feta no té fronteres.
1) Txiki, ese hombre que sabe de fútbol y que a pesar de ello fichó a Maxi López, Albertini, Van Bommel, Ezquerro o Thuram, podría dejar la secretaría técnica este verano. Llegado ese momento, habría que encontrar una nueva marioneta para Darth van Vader.
2) Los primeros nombres que han sonado hablan de que este equipo no cometerá los errores de Txiki y Rijkaard en el pasado: se ha especulado con Villa -el nueve soñado es Torres, Agüero también triunfaría- y con Van Persie, Ribéry o Silva. ¿Qué prueba eso? Que Guardiola es un señor sensato que sabe que Eto’o y Henry tienen que saltar este verano. Que lo hagan como campeones de todo. Retoques como un lateral (Lahm) o un central (Bruno Alves) serían muy bienvenidos. Hagan sus apuestas y no olviden encontrar nuevos entetenimientos si les aburre esta aburrida marcha triunfal liguera.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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