FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Un buen amigo, en plena escalada de mentiras conyugales, se preguntaba siempre lo siguiente: «¿Ocultar la verdad es mentir?». De él me acuerdo muy a menudo, y más estos días, cuando he vuelto a protagonizar una proeza literaria digna de Jackass: leer las memorias de Josep Maria Minguella.
El engendro lleva por título Casi toda la verdad, y no podía resultar más decepcionante. Minguella escribe un largo auhohomenaje, en que repasa sus inicios -entrenador de categorías inferiores del Barça y su paso a segundo entrenador gracias a que sabía inglés, igualito que Mourinho- y tarda un mundo hasta llegar a su vida como representante de jugadores.
Pero cuando por fin llega el meollo del asunto, qué decepción. Con decir que exculpa a Gaspart, está todo dicho. Sobre el Infame sólo dice que era «muy barcelonista» y «muy duro negociando». Sobre el delicado asunto de las comisiones, ni una palabra. Él, uno de los hombres mejor informados del planeta fútbol…
Se agradece, en cambio, que no oculte que en una ocasión fue condenado por sus negocios. También son aprovechables los detalles que da del intento de hacer una candidatura de unidad al final de la era Núñez. La única anécdota aprovechable del libro recuerda una época anterior: Núñez y Gaspart se reunían semanalmente con Cruyff. Y cuando le pedían explicaciones de algún aspecto exclusivamente futbolístico, Johan Vader les decía lo siguiente: «Con vosotros no hablo de fútbol porque no tenéis ni puta idea».
En fin, Minguella, para hacer algo tan edulcorado y prudente no valía la pena molestarse. Porque se corre el riesgo de que alguien piense que tú tampoco tienes ni puta idea. O, peor aún, de que te llamen mentiroso.
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