FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«En una ocasión le pregunté a un jugador profesional de qué hablaba con su compañero. La respuesta revela
una de las ricas posibilidades de la psicopatología: ‘No habla conmigo. Habla con su pene.
Le dice Ramón y le recuerda lo que han vivido juntos’”.
Dios es redondo, de Juan Villoro
Permítanme que les hable hoy de John Terry y la catástrofe nacional británica en que se ha convertido su desliz con la señora de un compañero y amigo de siempre, Wayne Bridge. Terry (en la foto, el más alto) no es sólo el jugador mejor pagado de la Premier, es sobre todo el capitán de la selección inglesa. En Inglaterra, quien lleva ese brazalete es considerado el quinto cargo público más importante del Reino Unido. El affaire, pues, se sitúa casi al nivel del que pudiere tener el primer ministro, la mismísima reina o el picarón del arzobispo de Canterbury (granuja). Concluyen bien: Terry, efectivamente, está jodido.
Un buen amigo de esta Caverna, de los personajes siniestros y las fiestas entre semana, explica con conocimiento de causa que los líos de faldas destrozan los vestuarios mucho más a menudo de lo que podría parecer. Y claro, una mira al del Barça y por más que haya monjes de clausura a manos llenas, acaba por preocuparse. Porque son jovenzuelos y conocidos, tienen un ego enorme y les sobran tiempo, dinero y ocasiones para encontrarse con las parientas de sus compañeros.
Hay quien cree que los futbolistas vinieron al mundo a disparar la euforia y la natalidad (¡seacabaelmundo!) ajenas y a guardar santa castidad. Pero no es así. Crucemos los dedos y no olvidemos que todos los jugadores guardan en algún lugar a un amigo llamado Ramón.
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