-Recordar que en deporte se gana y se pierde y que, en realidad, en esta vida se pierde mucho más de lo que se gana.
-Seguir mi rutina habitual, incluyendo visitas a As, Marca y Defensa Central.
-Estar orgulloso de un equipo que incluso en las eliminaciones (Sevilla, anoche) lucha, persiste y gana.
-Pensar en el Villarreal y su lamentable campo de fútbol siete porque ninguna misión es más importante que la de dejar a Florentino en blanco.
-Tratar de remontarme en el tiempo para averiguar si alguna vez he visto algún defensa como Piqué.
Cinco cosas que no haré:
-Hablar de Mourinho, un enfermo de la competición que disfruta sintiéndose protagonista.
-Cagarme en los defectos del Barça (la poca profundidad de banquillo, la falta de centímetros, los escasos centradores de calidad, etc. Nunca fuimos un equipo perfecto, sino un equipo sublime).
-Mentar al árbitro.
-Pedir un Barça más resultadista.
-Hablar de cambio de ciclo.
Y cinco cosas que vi anoche y que espero no olvidar en la vida:
-La ciudad prendida desde la mañana de camisetas del Barça.
-El señor mayor que meaba en el lavabo del Camp Nou y se repetía, muy bajito, como en una letanía, ‘Ho aconseguirem, ho aconseguirem‘.
-La lección que dio ayer Cambiasso.
-El paroxismo y el delirio que se vivió en la grada a cada acción después del 1-0.
-El Camp Nou rugir y tambalearese entregado a la fe y al optimismo cuando sólo quedaban unos segundos para el adiós.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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