“¿Qué no han hecho los reyes de España? ¿De qué daño no han sido causantes y explotadores?”
Rafael Barrett.
1. Permítanme el consejo zen: esto es fútbol y se puede ganar y perder. Contra un equipo con hambre de años, hipercompetitivo y ultramotivado, la derrota no es ninguna vergüenza. Y si sirve para perpetuar el modelo que ha hecho de La Banda posiblemente el equipo más odiado a nivel planetario, que Dios bendiga este 0-1.
2. La gran diferencia entre el Barça y el flamante campeón de la Copa es que el Barça puede perder títulos y conservar su modelo. Ni debates absurdos ni pensar en los jugadores que no hemos visto ni quejarnos de los árbitros. El miércoles que viene, balón al césped, a atacar sin parar y a asombrarnos con este equipo capaz de obras maestras como la segunda parte de anoche.
3. ¿Vieron la cara de Guardiola y Messi? La derrota hace bien a este equipo apolíneo ante la Champions, estimula su rencor, hace inviable pensar en un primer tiempo tan estéril como el de ayer. Los jugadores blancos han salvado su año e inevitablemente bajarán su motivación.
4. Mi buen Torpedo habla de que esta Banda es Esparta y tiene toda la razón. Pero fue Atenas la que fundó una civilización, y ahora nos hemos inflamado.
5. Milagrosamente, aún respiramos. Qué maravilloso nuestro organismo que nos permite sobrevivir a derrotas tan duras contra chusma como Ramos, Pepe, Marcelo o Arbeloa. Aspiren, expiren, y a por la próxima batalla.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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