Durante todo el día, comparando el potencial de ambos equipos, uno imaginaba el partido Barça-Milan como la colisión entre un Ave última generación y una carroza tirada por dos viejos jamelgos. La maravilla de Messi contra una gente que cree en Ambrosini, Nesta, Zambrotta, Gattuso, Inzaghi. No reparar en la nacionalidad de dichos jamelgos era un error.
Pronósticos fallidos al margen, la resolución del partido fue poética, tan barroca que en cierto modo era previsible. Qué maravilloso fue ver a Nesta rebañarle a Messi un eslálom antológico cuando ya se olía el gol. Qué lección de Seedorf. Qué lástima que esta competición, a estas alturas, tenga la emoción de un Teresa Herrera: habría sido tremendo un partido de vuelta en San Siro contra esta falange de ancianos infernales.
No caeremos aquí en el ridículo del pánico, los reproches y el fin de ciclo. Pero sí conviene una reflexión: es 14 de septiembre y el Barça ya ha encajado dos o más goles en cuatro partidos oficiales. Exactamente las mismas veces que en toda la pasada temporada. Pep, a tus niñitas las sacas contra el Villarreal, pero contra los viejos y los orgullosos, Busquets tiene que ser pivote.
En fin, que nada empañe esta gran lección: grazie, Milan, nos inclinamos ante sus cicatrices.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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