Golazos

El caño

18 marzo , 2012
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Nada ha llenado tanto el limbo de los goles perdidos como ese afán infantil por buscar el caño, una acción que llega acompañada desde tiempos inmemoriales de gritos de júbilo, miradas de pánico e insultos. En los rondos, la acción desencadena los aplausos para el autor, al que concede una vida, y los abucheos para la víctima. Lo más terrible que creo haber visto al respecto es la costumbre de un artista del fútbol sala que tras culminar el engaño se giraba hacia sus rivales vencidos y les susurraba un «perdón». La cosa, en efecto, solía acabar en terribles agresiones. Los aficionados también celebran esta acción ruidosamente, con expresiones que van desde el blandengue «ooooh» japonés hasta la célebre pregunta «¿valen caños?».

Lo cierto es que a nadie le gusta encajar un caño. Hay algunas precauciones que uno aprende con los años: un atacante que espera de perfil suele ser un indicio infalible de lo que se avecina. Eso mismo hizo Messi anoche, sabiendo que tenía atrapado a Spahic: o le entraba a saco o él encaraba a Palop. El pobre central hizo lo que debía y su mueca de miedo y su saltito de canguro mientras cerraba las piernas ya son historia del fútbol. Porque La Bestia Parda vio un camino corto hacia el gol y vio otro, más difícil y glorioso para culminar su 17º gol en sus últimos siete partidos.

Después de lo de anoche, no se extrañen si en los campos de fútbol, en los patios de los colegios y las calles del planeta se multiplican las ocasiones que se pierden por culpa de un simple y hermoso caño. Habrá valido la pena.

PD. Les adjunto el primer dibujo de un homínido hecho por Marco, un artista de cinco años que a lo largo de su vida había dibujado únicamente maremotos, explosiones, tiroteos, batallas espaciales, carreras, vehículos y escenas de destrucción. Jamás había pintado persona alguna y ahí tienen a la primera: Xavi, que batió anoche su récord goleador en Liga. Deténganse en las piernas que le hizo y convénzanse; la fascinación por el caño es cosa de niños.

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