FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
El fútbol no es Bambi, no. Basta ver cómo se ha manejado este Barça, campeón incontestable de la 2012-2013, para recordar que este es un deporte para uruguayos. Este equipazo de Vilanova se ha llevado la Liga a pesar de dos enormes desgracias personales y lo ha hecho haciendo disfrutar a la afición incluso en partidos que bien podrían haber sido trámites horrendos. Pero no se engañen: han sido las bajas pasiones las que han alimentado a esta máquina de triturar.
Baja pasión número 1: Venganza.
Muchos se preguntan cómo pudieron algunos jugadores despertar, resucitar, volver a competir después de haber abandonado ese instinto asesino la temporada pasada. El caso de Sex es paradigmático: tras arrastrarse durante medio año, fue clave en el primer tramo de la temporada. Sus actuaciones en Riazor o Sevilla fueron las de alguien a quien movido por una meta. ¿Saben qué dice Cruyff cuando le preguntan por esta cuestión? Que varios jugadores querían mandarle un recado a Guardiola: «Sin ti también ganaremos, tú ganabas gracias a nosotros». Hubo una conjura, no necesariamente explícita, de aquellos a quienes Guardiola quería fuera del club. Muchos orgullos vivieron una vigorizante sacudida. Repasen de nuevo la acción en que Sex se encaró con Medel, entrecierren los ojos, y verán que el curtido y piloso leñador del Sevilla les parece en realidad elegante, calvo y de prosa fluida. Y miren de nuevo a Sex: es la imagen del hombre que busca venganza.
Baja pasión número 2: Codicia.
¿Qué otra cosa puede explicar la barbaridad que le hemos visto a Messi esta campaña? Lleva seis meses, seis, marcando en todos los partidos de Liga. En todos desde que en noviembre indultó al Celta. Los números ya no explican esta locura. La Bestia Parda, denlo por seguro, nos ha alargado la vida con otra temporada irreal. Su codicia se basta y se sobra para doblegar la voluntad de equipos enteros.
Baja pasión número 3: Soberbia.
Hay que tener ganas para salir al Nuevo Zorrilla y dar una exhibición. Hay que ser altivo para tirar esas paredes en Granada, para salir a arrollar al pobre Osasuna. Todo ello prueba que el vestuario del Barça sigue poblado por algunos de los mejores campeones que jamás conoceremos. El año pasado no ganaron ni Liga ni Champions. Esa combinación explosiva resume por qué no tuvieron piedad.
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