Actitud

La quiero, no la quiero

16 mayo , 2014
Porque no se puede imaginar un club con menos armonía entre dirigentes, técnicos y jugadores. Porque los vestuarios rotos ni ganan ni deberían ganar. Porque el Atlético tiene una cuarta parte del presupuesto del Barça y sí quiere desesperadamente ganar esta Liga. Porque a lo mejor la derrota ayudará a ver, al fin, la pañolada que la directiva merece. Porque muy pocos futbolistas del vestuario han estado al nivel de su leyenda. Porque hemos asistido callados al espectáculo de Piqué imponiendo su particular idea del esfuerzo.

Porque seguramente una Liga convencerá a Zubizarreta de que hay que podar sin saña. Porque hemos vuelto a ser un club donde la directiva manda más que el vestuario y el vestuario más que el entrenador. Porque salimos a entrenador por año. Porque perdimos la posesión contra el Rayo y dudamos del estilo que nos ha hecho únicos. Porque aún hablamos del nueve tipo Larsson. Porque no hemos guardado una hora de silencio por el adiós de Valdés. Porque en verano despedimos a Thiago y Abidal. Porque desde el partido de Valladolid nos duele la córnea.

Porque ganar sin hambre es cosa insólita. Porque Tello no defendió en aquel gol de Lafita. Porque sólo nos ha faltado alinear a gente con un embudo en la cabeza. Porque hemos hecho de Sex un titular indiscutible para sacar de su posición a Iniesta y Neymar. Porque Pedro, no hay derecho. Porque la directiva insultó a Messi y el pueblo dudó de él. Porque hemos puesto a Busquets a correr maratones, cuando lo suyo es trotar por la el círculo central impartiendo Fútbol.

Porque a los Boixos, a Qatar y al nuñismo les encantará alzar la Liga para preguntar, a continuación, a qué venía tanta escandalera. Porque el fútbol llora al vernos jugar tan mal. Y porque no sabemos no merecerlo.

Porque nos gustaría que Puyol se fuera a casa con más Ligas que Raúl y que lo haga, por pedir que no quede, con su número -el siete- de títulos en el bolsillo. Porque nos apetece poder recordar que en su último año, en que se rompió la rodilla, Valdés fue el futbolista más decisivo en los dos títulos que logró el Barça. Porque si éste es el último año de Xavi, se merece decir adiós con su sonrisa reflejada en una copa, a la salud de quien fue. Porque tiene un mérito atroz que los futbolistas hayan aguantado en la batalla a pesar de lo que ya ganaron y del indecente papel de la directiva.

Porque pueden pasar 63 años hasta volver a jugarnos el título en la última jornada contra el otro candidato. Porque no olvidamos que entre el año 60 y el 90 ganamos dos putas Ligas, dos. Porque sería bello que en el año en que Messi sepultó en goles marcados en el Clásico a Di Stéfano se pusiera a una sola Liga del mito que sacó a La Banda del pozo de la irrelevancia. Porque nos divertirá mirar atrás y recordar que ganamos una Liga con Piqué arrastrándose, Mascherano de indiscutible, Bartra en modo Simba y Pinto escandalizando a la Catalunya milenaria. Por redondear esta carrera absurda en que el trofeo nos ha perseguido a nosotros mientras mirábamos por el retrovisor puesto en el Athletic de Bilbao y en la tercera plaza.

Porque nos gustaría recordar que del inicio de Ronaldinho al fin de Valdés, el Barça ganó siete de las ligas que se jugaron en esa década, reduciendo a La Banda a tres Ligas de Cannavaros, clavos ardientes, agresiones y fútbol chusco de área a área; con Florentino por detrás del denigrado Ramón Calderón. Porque Bela Guttman y el Benfica nos recuerdan lo trágico que es perder finales. Porque el verano se llevará a varias de las caras del que fue el mejor equipo de siempre y nos conmovería verles en un último póster triomfant.

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