Sí señores: hoy resumen de prensa para comprobar que la mesetaria ceguera no es tan persistente ni tan universal como cabría pensar.
L’Équipe nos regaló la portada memorable arriba referida (y otra al día siguiente), Sports Illustrated habla de lección táctica a Mourinho, La Gazzetta dello Sport y el Corriere dello Sport hablan de un Madrid mudo y humillado. En El País, Ramon Besa acompañó su habitual demostración de elegancia con una estupenda dosis de saña, mientras que José Sámano explica a quién pertenece el fútbol y a quién la propaganda. En El Mundo, Quique Setién recuerda que el gran mérito de Guardiola es haber conseguido que sus cracks «corran como perros» y Orfeo Suárez constata que el Barça está «a años luz del Madrid».
La cosa alcanzóincluso al diario Marca, patrocinador único de la candidatura de Mourinho al premio Nobel. Fue en ese diario donde José Antonio Abellán dijo que el resultado fue «injusto porque juegan a deportes distintos» y Roberto Palomar afirma que «el nivel de humillación fue tal que, por momentos, dio la impresión de que Xavi iba a detener el juego para orinar». Roberto Gómez, a su vez, habló del «ridículo del siglo».
Pero si piensan ustedes que el recital bastó para acallar a los Juanitos del papel, yerran de medio a medio. Alfedo Relaño, director de As, observó que el partido acabó cuando «Iturralde escamoteó un penalti que hubiera sido la segunda amarilla de Valdés». En la misma línea, el gran José Vicente Hernáez exponía en Marca que reclama que Iturralde «no vuelva a arbitrar un partido más de por vida» y se refiere a la «macarrada» de Guardiola. Lo mejor de sus críticas al árbitro es que el analista arbitral de este diario, Urizar Azpitarte, niega que el penalti existiera.
Pero no sueñen con que este hombre feliz que teclea se tome la molestia para aburrirles tan soberanemente: con todos ustede, Inda el magnífico, director de Marca, autor de una página el día del partido en que señalaba, profeta, a Casillas como factor clave del choque. Éstas son sus perlas:
«(…)Madrid y Barça, Barça y Madrid, tanto monta, monta tanto, ocupan sin discusión el número 1 ex aequo del imaginario futbolístico universal»
«(…)En uno y otro banquillo se sienten el entrenador número 1 (Mourinho) y el número 2 (Pep Guardiola)».
«Si anda [Casillas] como últimamente me da que hoy a las once menos cuarto de la noche Mou se pondrá a dar saltos como un loco».
«Di María es una bala que además mete unas asistencias de padre y muy señor mío. Ozil va para estrella y de las buenas en este invento, recordando por instantes al gulliveriano Zizou. Y Khedira es un gregario de lujo que es como Dios porque está en todas partes».
Y mis tres favoritas, ojo:
«(…)El Barça depende mucho más de Messi que el Madrid de Ronaldo».
«Xavi e Iniesta no son ninguna broma».
«Atrás vencen y convencen los de la Casa Blanca. Y por goleada».
Efectivamente, el artículo ya está enmarcado. Madridesque.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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