FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Hay en Barcelona un gran cavernícola que en plena ruptura sentimental filosofó sobre sus prioridades: “En la vida sólo hay una cosa segura: que el Barça juega el fin de semana”. Eso es, en esencia, el fútbol: la espera a que algo ocurra. Que un balón perdido caiga donde debe, o una rosca supere la barrera, que un rebote acabe en gol o una pifia arbitral desate la euforia.
Hablaba del optimismo porque mañana visitamos al Sevilla, seguramente el único equipo de España capaz de humillar a este Barça casto y sufrido de los últimos tiempos. Sólo con imaginar lo que Capel es capaz de hacerle a Oleguer –sí, amigos, vuelve el gran Barça- le entran ganas a uno de seguir a esa extraña perversión que es la sección de hockey patines.
Pero a eso de las 10 de la noche, como siempre, estaremos ante el televisor rezando oscuras plegarias para seguir soñando con la Liga. Porque sólo los que tienen fe prefieren el fútbol al cine. Porque juega un Barça que no hace tanto era el mejor equipo del mundo. Y porque no hace ni una semana que Xavi, seguramente el peor finalizador del equipo, obró un milagro. Lo visteis, ¿verdad?
Porque tenéis fe. Guardaré el secreto.
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