FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Amigos, habríamos estado un par de meses regodeándonos en nuestra quinta Champions pero el mundo nos reclama. A la vuelta de la esquina, unas elecciones. Ya lo habrán visto: la cosa va de Bartomeu VS Laporta y uno se asombra de que el asunto suscite dudas. No sólo dudas: a día de hoy, Bartu gana. Y aquí servidor, todo por la memoria y el buen juicio de ustedes, está para hablarles de estos caballeros.
Les presento a Josep Maria Bartomeu. Un buen hombre, dicen quienes le conocen. Un chaval discreto, que jugaba a básket, que montó un negocio y se ganó la vida. Pero atención: leal amigo de Rosell, y ahí empiezan los dramas. Bartu sale en algunas de las fotos más infames que ha dado la gloriosa historia del nuñismo. Le vimos entre Rosell y Faus mandándole la caballería a la junta anterior. Le vimos junto a su referente con una serie de licenciados en Cambridge en una imagen que por sí sola debería inhabilitarle a ambos de por vida para aparecer en público. Fue el director deportivo que le pegó la patada en el culo a una leyenda como Abidal. Le vimos renegar del hombre que logró que el Barça dejara de ser en una puta mierda de Miguelis ganando Copas del Rey para convertirse en el mejor equipo del planeta. Amparó la infamia qatarí (y la turca, y lo que se le eche por delante, que ya ni sabemos cuántos anunciantes tenemos) para arrinconar a Unicef. Y era el máximo responsable deportivo en el momento en que Rosell, él y el resto de sus genios de Silicon Valley, decidieron que había que vender a Messi.
Sí, amigos, querían venderle. A La Bestia Parda, al jugador que todo el planeta soñaría con tener un solo día. Pusieron a sus peones a trabajar en esa salida, les mandaron convencer al pueblo culé de que estaba acabado. Si tenía un problema con Hacienda, le dejaban solo. Si pedía cobrar más que el veinteañero recién negado, se le ninguneaba en público. Tuvieron al bueno de Rexach durante meses yendo por los sitios para proclamar la buena nueva: Messi era cosa del pasado y un lastre para el equipo: había que echarle.
Pero Messi aguantó y cierta gente se quedó sin poder saber qué clase de comisiones podría haber en el traspaso más alto de todos los tiempos, valorado en unos 200 millones de euros. Se quedó para rehacerse y recuperarse de un año negro en lo personal, en lo físico, en lo emocional, y para ganar otra Champions. Y, jódanse y bailen, es precisamente ese logro el que reivindica ahora el bueno de Bartu para seguir: él ganó la Champions. No Messi, a quien quiso echar. No Luis Enrique, llegado al club de la mano de Guardiola, al que pensaban ejecutar también. No Zubi, a quien largaron en enero por decir una verdad sobre uno de los tropecientos pollos jurídicos del club. No un equipo construido por el entrenador, el secretario técnico y guiado por La Bestia Parda. No, amigos: fue Bartu. ¿Acaso no le vieron corriendo esa contra y ganándole la espalda a Evra? Golazo de Bartu.
Para comprender el tronío de los rosellistas a la hora de presentarse a unas elecciones conviene conocer a Mesoestetic. Esta buena gente, productos farmacéuticos al servicio del pueblo, tienen 300 referencias en su haber. ¿La que más triunfa en Asia? La dedicada al blanqueamiento de ciertas zonas oscuras del perineo. Sin duda la actual junta ha comprado este producto por toneladas: ni son de Qatar a tope, ni son nuñistas, ni odian a Cruyff, ni querían vender a Messi, ni están multiimputados, ni consiguieron que la FIFA nos prohibiera fichar, ni se cargaron a Abidal después de que superara un cáncer, ni antepusieron a Sex y Piqué a Guardiola, ni sueñan con una florentina operación con el Camp Nou, ni son coleguitas de los Boixos Nois, ni tienen por modelo de éxito a Migueli, Rexach, Fusté y Braida, ni miran con sospecha a las secciones, ni tienen un modelo basado en fichar cada año a un tío de 100 millones de euros con la cantera en el olvido, ni son especialistas en perfecta caspa ochentera.
No, amigos. ¡Nada de eso! Mesoestetic al poder y blanqueo a cascoporro. Blanqueo para que ustedes olviden. Blanqueo para volver a cohesionar alrededor del engendro a una nutrida selección de representantes del más puro establisment barcelonés. Blanqueo para mirar estos títulos recientes y anular todo raciocinio. Blanqueo para seguir odiando a Cruyff. Blanqueo para que ustedes no acierten a saber si el Barça estaba mejor encaminado en junio de 2010 o en junio de 2015. Blanqueo para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas.
Blanqueo en el perineo; blanqueo para ser blancos.
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