FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Y en el otro rincón del ring, Joan Laporta, más conocido en estos parajes como Johnny Lapotra, resurrecto de sus cenizas y dispuesto a una nueva inmolación personal por volver a un club al que acompañó a lo más alto de su historia. Seguramente ustedes ya saben la cera que le hemos dado en este agujero durante años. Como sabrán, también, que visto el horror que le sucedió, el puro Mordor nuñista, hubo un día en que nos disculpamos –en persona y públicamente-.
Y así estamos: ahí vuelve el hombre, tras meses de especulaciones sobre cómo volvería a ser linchado si daba este paso. Vuelve y según gentes bien informadas lo hace más solo que nunca, porque su estilo personalista y pendenciero asusta a muchos de los que podrían haber pensado en avalarle y unirse a él.
Regresa magullado y permítanme decirlo, con aires ligeramente grotescos, después de lo mucho que hizo y lo tanto que malogró. Pero regresa con cuatro ideas claras: Cruyff, La Masia, Unicef y Catalunya. Decía uno de los más sabios del lugar en una conversación privada y por tanto irreproducible que éste es un club que requiere mandatarios fuertes. Aunque equivocados, fuertes; sin medias tintas ni cacas blandas: un mandamás que sepa dónde va y que actúe sin miedo. El sabio a quien me refiero, cruyffista convencido, admitía que hasta Núñez era mejor al artificial engendro que ha pergeñado el nuñismo 3.0 con el amigo empollón del nuñista remilgado. Y sólo por eso convendría recuperar a Laporta: hará lo que crea, sin pensar en las portadas de los diarios ni en el qué dirán en el barrio de Pedralbes.
Laporta, estarán de acuerdo, promete cierta fidelidad a un modelo. Un modelo que nos llegó a jugar mejor que nunca con nueve, diez y 11 tíos de la cantera. Hagámoslo fácil: ¿A quién votaría Cruyff? ¿A quién votaría Guardiola? Poco más hace falta saber, a no ser que a usted le preocupen las opiniones de perdedores rencorosos y chupópteros como Rexach, Migueli o Fusté. Más aún: ¿qué dicen Núñez y Florentino de Laporta? Pues ya.
Pero su victoria, por supuesto, no es nada que haya que dar por hecho. Al contrario.
El Barça es un club donde los socios no destacan por su amor al fútbol, un lugar donde Zuviría fue ídolo y Rivaldo sospechoso y Cruyff pesetero y Guardiola maricón. El Barça es un horror llamado peñas, que bien podrían llamarse uruk-hais. El Barça es una cine donde proyectan El Señor de los Anillos y donde la gente se entusiasma mucho y vibra muy fuerte pero se posiciona a favor de Saruman y los orcos porque los otros mean colonia.
Sí, amigos, vivir unas elecciones en Can Barça es una inagotable fuente de sonrojo, un puto drama.
Y desde la resaca y una leve borrachera, uno piensa que no está en condiciones de proclamar que el alcohol sea bueno. Pero sí podemos afirmar que sólo se vive una vez y que el fútbol es pasión. Podemos escribir que los sueños del pueblo culé ya no son cutres y miserables; ahora soñamos con jugar mejor que nadie, con derrocar a Pelé, con ganar cuatro Champions en diez años. Y para vivir a lo grande, qué mejor que un gran chalado.
Amigos, no nos oirán decir aquí que el alcohol es bueno. Pero sí les haré una breve confesión y epitafio personal: la vida es muy corta y a la primera oportunidad, a pesar de la resaca, volveré a emborracharme como si no hubiera mañana.
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