FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
La cosa de las naves en llamas más allá de Orión nos impresiona tirando a poco. Los rayos C en la oscuridad, la puerta de Tannhäuser… Bah. Qué quieren que les diga: ¡chatarra! Hemos visto a Messi meter 28 goles en una vuelta de la Liga. Pobre Romário, joder. Pobre Güiza, que metió 27 el año que estaba puesto. Pobres Van Nistelrooy, que fue Pichichi con 25, o Eto’o (26), o pobre Ronaldo el Gordo (23). Pobres Zamorano (28), Butragueño (19, qué despelote) o Vieri, que lo enchufaba todo y se quedaron en 24 al final de la competición. Pobres todos. Messi, 28 en media Liga.
Acaba la primera mitad de una temporada que huele a gloria. El Barça ya puede empezar a concentrar todos sus esfuerzos en las eliminatorias, en minimizar el factor potra, en tener despabilados a los indolentes. Las cifras, más allá del derroche de genio de Messi, vuelven a situar a Sex como un jugador decisivo, aunque conviene recordar que el pasado año a estas alturas sumaba 14 goles y nueve asistencias. Los números sostienen a un Villa sin cambio de ritmo ni alegría en la mirada y desnudan al pobre Alexis, aterrorizado y víctima del síndrome de Deiberson. También desvelan algo interesante: Xavi sumaba el pasado año 12 asistencias a estas alturas; en lo que va de año lleva tres. Una caída de producción en el último pase que sinceramente nos da igual: su masterclass es este año antológica. Junto a él, Iniesta duplica su efectividad en los últimos metros.
Si quieren comparar con lo que veíamos el pasado año a estas alturas, aquí tienen el link. No se alteren al ver que Messi ha marcado menos y da menos pases: el pasado año el Barça jugó la Supercopa de Europa y la Intercontinental, y colgamos este post con una eliminatoria de Copa más disputada, y también con un partido de Liga más ya disputado. Asimismo, recuerden que el año pasado, Messi estaba muy, muy solo, y que este año su ambición ha calado en muchos.
Miren los números y no teman: todos estos números se perderán, en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Pero el asombro que nos han causado permanecerá.
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