FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Asumámoslo: hasta hace año y medio las posibilidades de La Banda de tumbar al Barça en choques directos eran mínimas, pero las tornas han cambiado. Este Madrid antipático hasta la arcada es hoy superior en el mano a mano al mejor Barça de siempre.
El artefacto blanco fue concebido en el laboratorio de un señor que no ama el fútbol y que a lo largo de su carrera ha gestado un cyborg tras otro con la única de idea de derrotar a este Barça. Aburre encontrar las diferencias entre aquel Chelsea de los mediapuntas (Robben, Duff, Cole, Lampard), el Inter que usaba a Eto’o como lateral diestro y el Madrid de los portugueses. Aburre, y también produce dolor de córnea y de memoria. Veamos a grandes rasgos la fórmula de Mourinho que se le ha atragantado al último Guardiola y a Vilanova:
1) Desestabilizar al rival con absolutamente todo lo que esté a tu alcance. Eso incluye las ruedas de prensa y a periodistas a sueldo del club que trabajan en medios privados para lanzar todo tipo de infundios al dictado o mintiendo deliberadamente. Todo vale para sobreexcitar a unos futbolistas que no se manejan bien en las cloacas.
2) Pegar mucho. Tanto como sea posible. El reglamento ha dispuesto que sólo seis ojos controlen 7.140 metros cuadrados, 22 codos y más de 2.000 tacos. Imposible que les cacen, sobre todo cuando se trata de profesionales en este noble arte. Eso sí, resulta hasta reconfortante que el mismo trato que sufrieron Pelé en los 60 y Maradona en los 80 se dispense ahora al Barça de Messi.
3) Despliegue físico tremendo para ahogar al centro del campo del Barça y lanzar contragolpes supersónicos. No lo intenten en los equipos donde juegan sus hijos pequeños. Vayan al grano, no sean ratas y gasten 356 millones de euros.
Esta Caverna ha detectado con pesar que al barcelonismo no le place esta estrategia de combate. Bien, a los disconformes les recomendamos que se pasen al tenis –verde césped, deslumbrantes Fred Perry blancos, Federer descarga la derecha, y ¡punto para el suizo!-. Séquense las lágrimas y retengan un dato: las actuales son prácticamente las mismas alineaciones de noviembre de 2010, cuando un 5-0 nos alargó la vida. Tal vez sea el momento de comprender que si sólo hemos ganado uno de los seis últimos partidos cuando confrontamos a Iniesta y Xavi con Khedira y Sabi es que algo hacemos mal.
Piénsenlo. El fútbol es un poco cabrón, pero no cuenta mentiras.
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