No hay escuela, instituto o facultad que no conozca entre su personal docente a gente maravillosa como el profesor Ignacio Da Riva. Este profesor de Aerodinámica ganó fama en la facultad de Ingenieros Aeronáuticos durante los años 60 y 70 por suspendee al 94% de sus alumnos y negarse a aprobar jamás a una sola alumna. La retorcida amargura que significaba su vida conocía un único momento de felicidad: el de suspender a sus alumnos.
Y como si de Da Riva se tratara, el barcelonismo en pleno da comienzo estos días al bello ejercicio de despellejar, uno a uno, a la plantilla del fracaso. En las próximas entradas esta caverna procederá a analizar por líneas a los facedores del desastre, y hoy mismo podréis despacharos con los defensas.
Valdés. Vulgarizado. 5,5
Tras un inicio de temporada espectacular, el hundimiento anímico de sus compañeros le arrastró a una desconocida hasta ahora dinámica de tansemenfotisme en los goles encajados. A pesar de ello, sigue siendo un referente por su sacrificio en los entrenamientos y merece seguir.
Jorquera. Ausente. S/C
Se lesionó la rodilla jugando con Catalunya -la falta de costumbre- pero la tragicómica estampa de Pinto en los entrenamientos ha recordado a algunos su calidad. Se le puede reprochar que no haya impulsado, como miembro del núcleo duro del puyolismo, un golpe de timón en el vestuario para exigir una reacción a las estrellas. Su continuidad no parece en entredicho, a pesar de que el pasado verano estuvo a punto de fichar por el Espanyol harto del banco.
Pinto. Decorativo. 4
Su aspecto de actor porno de películas italianas filmadas en los 60 no engaña. Los entrenamientos le retrataron a él y a quien le fichó, pero ambos tuvieron la suerte de que Valdés no se lesionó ni fue expulsado. Encajó ocho goles en tres partidos y la Segunda es su destino.
Oleguer. Solidario. 2
Solidario con todo tipo de causas nobles, como los delanteros rivales y los deplorables servicios médicos de la entidad. Encadenó tres lesiones seguidas en la mano, cosa lógica teniendo en cuenta la rotunda torpeza de sus pies. Sólo la cuota catalana parece capaz de salvar de la quema a otro de los que pudo hacer un motín anticaipirinha junto con su íntimo Ezquerro.
La señorita de la imagen le dejó en Barcelona y dijo esperarle en el lago de Como. Todos entendemos al pobre Gianluca, que ha tenido un triste rendimiento. La derrota en Manchester confirmó su gafe: firmó una eliminatoria perfecta, secando a todo un Cristiano Ronaldo, pero suyo fue el error que precedió el golazo de Scholes. Vuelve a Italia sin haber hecho olvidar al insensato Belletti.
Puyol. Mudo. 4,5
Su valía como adalid del esfuerzo y héroe de la agonía ha vuelto a quedar demostrada. Con concentración y derroche evitó que sus desastres tácticos relucieran demasiado y durante parte del año formó un gran tándem con Milito. Pero ocurre que el capitán de semejante casa de lenocinio tiene mucha responsabilidad en la conducta de los compañeros. En su favor puede decirse que impulsó la suplencia de Ronaldinho. Un verano más, hay dudas sobre su continuidad: ha anunciado que quiere dejar el fútbol joven y su sueño es jugar en el Milan.
Márquez. Secuestrado. 2
Su pobre corazón y su mala cabeza han vuelto a deparar otro año de decepciones en Can Barça. Desquiciado por sus idas y venidas a Madrid en pos de amor y por su pertenencia al club de la caipirinha, está a años luz del que jugó la final de París. Cierto cavernícola asegura que Pep le ve recuperable y que cuenta con él para tutelar el desembarco de Piqué, otro dechado de seridad del que se hablará en su momento.
Edmilson. Fraudulento. 1
El bueno de José salvó su presencia en el vestuario gracias a la oportuna lesión que se le detectó el pasado verano. Cada una de sus apariciones ha provocado terribles ataques de añoranza en la grada y ha confirmado que la edad es muy dura con los jugadores. Fue lo bastante cínico como para hablar de ovejas negras.
Milito. Abandonado. 8
Tal vez el mejor del año. Su colocación fue una lección diaria para un Puyol que se niega a aprender. Afortunadamente, la velocidad no es su fuerte y no hay que temer por su vuelta al fútbol tras la lesión de rodilla. Unas de las escasas buenas influencias de Messi en el vestuario, está llamado a ser un referente espiritual de este equipo en poco tiempo.
Thuram. Catastrófico. 0
Canaletes debió llenarse con la confirmación de que no renovará. Cada una de sus excesivas apariciones ha venido acompañada de tragedias asombrosas. Desde Frank de Boer el Camp Nou no veía tanta dejadez en un central, que cuando perdió la velocidad debió de quedar confinado para siempre en las claustrofóbicas defensas del calcio. Su último partido en el estadio azulgrana fue mágico: un gol en propia puerta, doble asistencia en el segundo y descolocado en el tercero. Desde aquí se le desea una feliz vida como político o un sonado fichaje por el Real Madrid.
Abidal. Espúreo. 5
Hizo soñar a Valdés durante los primeros meses de competición pero poco a poco se vio que no es un jugador acostumbrado a atacar defensas cerradas. En plena decadencia, se contagió de los vicios defensivos y concedió remates absurdos que costaron goles. Su precio y calidad le exigen mucho más en su segundo año.
Sylvinho. Eterno. 5
Jamás engañó a nadie. Defiende tan mal como cuando llegó y ataca con acierto. Seguirá por la seriedad y profesionalidad que transmite, y por sus permanentes ganas de habalr sobre cualquier asunto con cualquier persona que pueda pasar 25 minutos a su vera. El año próximo cumple 35 primaveras.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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