FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Pobre Platón, que no conoció el fútbol, y aun así tuvo que hablarle al mundo de las altas y las bajas pasiones. El debate en el barcelonismo es encendido: ¿qué es más bonito, el 4-0 a los Boludo’s o la masacre al heptacampeón de Francia?
Decía el filósofo que en el bajo vientre radica todo aquello de concupiscible y miserable que hay en el hombre: el placer por la cintura de Cannavaro rota, Torres volando, la risa ante la indignación de Roncero, las lágrimas de Casillas, la impotencia de esa gente extraña llamada Gago, Higuaín, Lass, Sneijder etc. Las altas pasiones, ésas ya son otra cosa: diagonales, juego al primer toque, asistencias, vértigo, Iniesta y su cambio de ritmo, velocidad, goles, Henry surfeando, ambición, el pase a cuartos y el sueño de ganar tres títulos.
El fútbol, como material expresamente sensorial, da lugar a un amplio abanico de sensaciones. Cruyff, por ejemplo, admitía que le parece más espectacular un trallazo al larguero que un gol. Clemente habría esputado de color verde ante semejante afirmación. Ronaldinho encontraba más placer en asistir que en marcar, Salinas se habría escandalizado. Y Romário, por algún extraño motivo, prefería chutar con el exterior del pie a hacerlo con el interior. Él sabría por qué; probablemente sería sencillamente que le parecía más bonito, más espectacular.
Cavernícolas, sed sinceros y confesad: ¿qué es mejor: la humillación al Madriz o el festival de luz y de color contra el Olympique?
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