FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
El mismo que en su primera etapa como presidente convirtió la censura a los periodistas y el despido de juntaletras que no glorificaban su persona en práctica habitual. El prohombre que recalificó la Ciudad Deportiva del Madríz para acabar con su deuda. El Napoleón que quiso imponer a Camacho la titularidad de aquel inglés a quien en Madrid se conocía con el nombre de Becan. El mismo que se cargó a Vicente del Bosque (dos ligas, dos Champions y una Intercontinental), para acabar con Hierro y hacerse el amo del vestuario.
El iluminado que se cargó a Makelele porque «no daba un pase a 20 metros» y lo cambió por Pablo García y Gravesen. El profeta del balón que decidió que al fútbol se juega sin medio centro porque el centro del campo no vende camisetas. El que cogía el teléfono a sus jugadores cuando tenían quejas del entrenador. El que cubrió de oro a Raúl, Guti y Salgado pero quiso deshacerse de Casillas.
El que logró un hito predistefaniano: que el Madrid estuviera tres temporadas sin ganar un solo título, allanando el camino a Calderón (en gloria esté). El que ha conseguido que tres de los cinco fichajes más caros de la historia lleven la firma del Madríz. La semana pasada, José María García arremetió contra el triste y descarado seguidismo de la prensa: «Ha jugado con las cartas marcadas. Se marchó porque es un cobarde, y no entiendo cómo quien se ha ido por la puerta de atrás vuelve bajo palio».
La pregunta es si ha aprendido. La respuesta es no: su centro del campo para el año que viene es un rombo con Xabi Alonso, Ribéry, Kaká y Cristiano Ronaldo. Sigue creyendo en su fórmula mágica -dinero y estrellas- y en su primer mandamiento: «Nadie sabe más de fútbol que servidor, por algo fui director general de la Asociación Española de la Carretera». Un inepto de este calibre es un regalo para el Barça. Ave, Florentino: por muchos años de PC Fútbol y gloria azulgrana.
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