López, Whalan, Martín, Mann, Español, Minguell, Ivovic, Delgado, Vallès, Perrone, De Lera y Garcia. Quiso el destino que estos 12 deportistas conocieran ayer la derrota después de cuatro años y 145 partidos sin perder. Son el Atlètic Barceloneta de waterpolo, un equipo que ya es leyenda y que vive hoy el trago de verse apeado del liderato por primera vez en años.
Tal vez encuentren tiempo de pasarse por el vestuario del Barça mañana lunes para hablar con Iniesta y compañía. Para recordarles que son los mejores y que si se les han escapado partidos que antes ganaban por inercia tal vez es por una cierta relajación, por un exceso de autoestima. Para decirles que no es casualidad que se les escapen victorias en los últimos minutos, que se fallen tantas ocasiones. Y para confesarles que a un auténtico campeón se le ve justo ahí, cuando está contra las cuerdas en una competición cruel y sin su mejor jugador.
En esta semana de vértigo, el Barça mostrará qué clase de campeón es: uno exuberante que duró doce meses, o uno duro como una roca que aguantó a pesar de lesiones, virus, escasez de fichajes y golpes de mala suerte. El martes, la supervivencia en su Copa de Europa. El sábado, el orgullo contra la gran mentira del fútbol mundial. Xavi y Puyol contra Eto’o y Cristiano Ronaldo. Es la hora de separar a los campeones verdaderos de los becerros de oro.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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