¿Qué demonios mueve a Messi? Ésa es la gran pregunta del mundo del fútbol. Al final del partido se fue al vestuario botando el balón con que había metido su cuarto hat trick de la temporada con infantil concentración. El esférico es su vida, está claro. Pero, ¿qué le mueve? Uno puede llegar a entender que sea capaz de conectar el que es posiblemente el mejor cabezazo que hemos visto esta temporada. O que por primera vez en su vida se permita sonreír durante el partido. Pero lo que le hizo a Agüero, eso escapa a todo lo visto hasta ahora. ¿Qué mueve a la Bestia Parda? ¿Qué arrastra a este equipo contra los récords y la historia? Una compulsión animal, una sed de siglos. Así imaginó Barrett a Jack el Destripador, y así vale la pena recogerlo; tal vez hallemos algunas respuestas:
Después de haber degollado a su víctima, le arrancó los pezones y le abrió el vientre. Le sorprendí en esta última ocupación.
-¿Por qué hace usted eso? -le pregunté.
Levantó sus ojos, estragados de literatura, y me contestó:
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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