No hay porno en las imágenes que les adjunto. Pero sí les pueden producir taquicardia, ataques de llanto, reacciones incontrolables, espasmos, gritos y conatos de hakas. Por tanto, déjenme decirlo: NSFW.
5. Cuando Mozart y Hetfield tocaban juntos.
El inspirador y amigo de Messi fue una estrella sonriente llamada Ronaldinho. Al recordar que un día jugaron juntos, uno rememora los escofríos de aquellas defensas que se miraban sin poder disimular el pánico. De todas las maravillas que inventaron (Casillas o el Mallorca también sufrieron sus combinaciones), tal vez ésta es la mejor.
4. Pégame, pégame.
Pegar a Messi es un riesgo mortal. No devuelve golpes, devuelve goles. Lo supo Ramos en el Bernabéu, lo aprendió a la enésima Pernía. Pero nadie como la expeditiva defensa del Sevilla una noche de noviembre de 2008 ha experimentado en qué consiste la venganza de Messi. Tras aguantar un marcaje durísimo, metió dos goles, el mejor de los cuales fue esta animalada que petrifica a Palop.
3. Congelar el tiempo.
Este genio de 169 centímetros tiene diversos superpoderes. El primero, acelerar a 9,81 m/s. El segundo, detener el tiempo. Lo hizo en una final de Champions en que dejó a Van der Saar con esta cara. Pero su capacidad nunca fue más notable que en una eliminatoria a vida o muerte contra el Arsenal, en que logró uno de los goles más bonitos que jamás veremos. ¿Dónde está la pelotita?, le susurró a Almunia. Un segundo después, congeló el planeta.
2. Hola Iker, ¿qué tal todo?
Casillas tiene insomnio. Casillas conoce el sudor frío. Casillas conoce el miedo. Casillas ha sufrido en 13 ocasiones las celebraciones del «monstruo hormonado», como le llama el Bernabéu. Del «enano», como le llaman Mou y CR Ceja. De todas las obras de arte con que La Bestia Parda ha fustigado al marido de la Carbonero, ninguna como ésta: un golpeo billarístico tras irse de cinco tíos. Una proeza que llegó en plena semifinal de Champions (no contra el Compostela, por cierto) y que mereció este atentado humorístico.
1. El ganador.
Messi no es un artista. No es un hedonista. No es un estilista. Messi es un asesino que nació para ganar. Si tiene que marcar con el corazón, en un remate insólito y feo para ganar una Intercontinental, lo hace. Pero su condición de ganador nunca quedó tan clara como en la última final de Champions. Esa actuación fue lo más parecido a la perfección que Messi le ha dado al fútbol. Su gol de aquel día no fue más que una explosión de furia y de ambición. Pero por Dios, qué forma de celebrarlo. Les dejo con sus escalofríos y su felicidad.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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