1) En cuanto Tamudo marcó a mediodía y el pelirrojo Scholes resucitó por la tarde, quedó claro que sería un derbi difícil para el Barça.
2) Guardiola optó un día más por el 3-4-3, un sistema que contra equipos muy agresivos ha dejado un balance triste.
3) El partidazo que hizo el Espanyol ayer nos recuerda que lo primero en el fútbol es el hambre y la voluntad de ganar. Por momentos, los periquitos parecieron absolurtamente invencibles; el Barça estaba en modo funcionario de correos.
4) Siempre se ha dicho que los equipos campeones remontan en los últimos minutos. Este año ocurre lo opuesto, existe una cierta maldición ofensiva en esa fase del partido que ha llevado al Barça a fallar en siete de los 13 partidos apretados que ha jugado en toda la temporada: Anoeta, Milán, Mestalla, Sevilla, San Mamés, Getafe y Cornellà.
5) El Espanyol sigue implacable en su condición de filial y principal aliado de La Banda. Las estadísticas dicen que en los últimos cinco años le ha quitado 16 puntos al Barça, por sólo cinco al Madrid. Cosas de la motivación.
*Con todo ello, se ha disparado la rabia que produce este equipo que va de azul y blanco, que ha perdido esta temporada contra potencias como Osasuna, Mallorca o Zaragoza y que vive exclusivamente de amargar a la culerada. Y uno mira y repasa el cuadro de la Copa de Rey y se permite rezar: Dios quiera que el Espanyol llegue a esa final. Se arrepentirán de haber saltado al campo.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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