FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
-¡Oh, cuán terrible es la suerte de aquellos miserables seres! La sangre bulle y hierve en sus venas, los sesos se les abrasan en el cráneo, el corazón se les quema en el pecho como un ascua, sus intestinos son una masa rojiza de ardiente pulpa, sus tiernos ojos llamean como globos candentes.
Habrán oído decir que la afición del Camp Nou es como la del Liceu; sin duda el iluminado que dio con la frase nunca lo había visitado como jugador del Real Madrid. El partidazo del año está aquí. Después de acabar con La Banda en 13 de las últimos 14 choques -nueve victorias y cuatro empates que les eliminaban-, después de las multiagresiones de la final de Copa, después de dar toda clase de muerte a los conejitos del Tito Flo, este partido liguero tiene algo de definitivo.
Los Quincazos cabalgan inmersos en el mal rollo interno, el pánico tras los 10 puntos lanzados por la borda, el miedo de saberse inferiores, la certeza de deberle tanto a su presupuesto multimillonario -que le sirve para acabar con los Osasunas- como al cortejo mediático del Tito Flo -que sirve de psicoanalista al sector más caníbal de esa afición-. Oh, qué alegría poder recibir al equipo más tóxico y mentiroso de cuantos ha regenerado La Banda a lo largo de su historia. Qué gran homenaje para los barcelonistas poder pasar hora y media saludando a esa gente.
Al frente de la chusma, José Mourinho, la radioactividad en el fútbol, futbolista frustrado e hijo de futbolista frustrado, el odio a un deporte destilado durante décadas. Ganador compulsivo, pésimo perdedor, faro y guía de los medios que han reducido este juego a los arbitrajes. Agresor, estratega cagón, plagiador del clementismo, instigador de violencia allí donde pasa; precursor de fichajes como el de Cointreaux a mayor gloria de sus Quinquis Portugueses.
Qué gran día para disfrutar del pánico ajeno y para hacer justicia decibélica. Qué hermoso verle la cara a Sabi Alonso cuando vea enfrente a todas sus bestias negras, tac-tac-tac-tac, me voy, qué maravilla ver a Casillas desgañitado y volver a disfrutar de la sinrazón de Marcelo o Arbeloa, de la demencia de Pepe y Ramos, del solipsismo de Di María y de Bugno. Todos ellos recibirán un sentido homenaje del Camp Nou; sobre el césped. Que vuele el balón, que se repita la fórmula. Que en la semana más decisiva del año recuerden que han coincidido con el mejor equipo de la historia, un conjunto que ha respondido con canteranos a la lluvia de millones de Florentino, y que no son sino unos mercenarios de peinado grotesco.
El infierno puede ser un lugar maravilloso, que lo disfruten ustedes.
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