“Qué va, somos ninfómanas y nos morimos de las ganas, ¡pero hasta nosotras tenemos unos míminos!”, le gritó Dianne a su vez.
Porno, Irvine Welsh
Esta Caverna lleva dos décadas asistiendo asombrado a la fascinación que produce esa mentira llamada Celtic de Glasgow. Ocurre que en Barcelona les admiramos mucho por razones insólitas, a saber:
2) Resisten a la opresión unionista. (Razón por la cual podríamos ser del Rayo, entiendo).
3) Su juego es viril. (Viril e infame).
4) Larsson. (Ya había quedado establecido que la principal razón para que el Camp Nou amara a Larsson era su combinación de vocales abiertas, idónea para el cántico tribunero).
5) La camiseta. (Muy hermosa, sí).
Por todo ello, el gol de Alba en el ’93 fue un pequeño momento de felicidad. Por una parte hubo un recuerdo gozoso de aquel bombero que dedica siempre el mismo grito a los rivales europeos en el Camp Nou (¡¡AP-7 parriba y 18 horas de autocar!!). Por otra, seamos sinceros: con gente como su terrorífico capitán, ese Scott Brown, y con ese fútbol cromañón, jamás seremos capaces de simpatizar con esta gente. Lo dijo el muy escocés autor de Trainspotting: tenemos unos mínimos.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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