FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Fiebre en las gradas es posiblemente el mejor libro jamás escrito sobre fútbol. Nick Hornby, héroe de este agujero a quien le perdonamos incluso que sea del Arsenal, detalló en esas páginas su demencial sentir futbolero. En un capítulo memorable explicó cómo imagina el partido perfecto; estos eran sus ingredientes:
–«Goles: tantos como sea
posible». Un total de nueve. ¿Is that enough, que diría Henry?
-«Lamentables errores arbitrales». Los que no vimos a Guruceta pudimos disfrutar anoche de un penalti verdaderamente sideral.
-«Un público bullicioso». ¿Cómo demonios pudo bajar jamás el Depor con ese estadio?
-«Lluvia, un campo
embarrado». Sí, de vez en cuando nos toca ver a Iniesta con el tutú embarrado.
-«Que el adversario falle un penalti». No tuvimos esa suerte. Sin embargo, pudimos ver algo aún más prodigioso: hasta tres ataques del Depor no acabaron en gol.
-«Que un jugador contrario
reciba la tarjeta roja». Esto sí lo logramos. Los gallegos perdieron fuelle y se vinieron abajo tras la expulsión de Mascherano, uno de sus mejores hombres.
-«Algún tipo de incidente desgraciado». Control de pecho y perfecta vaselina, o cómo meter el mejor gol de tu carrera en propia portería.
A estas exigencias se pueden añadir otros asuntos que brillaron ayer en el festival de Riazor:
–Milagros inverosímiles. Señores, parece que Sex quiere volver a ser futbolista. Ver para creer.
–Horrores del más allá. El eje defensivo del Barça, amigos. El estiércol y las flores. Un chispas sin la FP al frente de una misión de la NASA.
–Messi. Su giro en el 3-5 es antológico, pero es que además la víctima fue un señor llamado Marchena.
–El milagro de la vida. Sí, amigos: a Tito le cayó ayer un trolebús por la cabeza. Y una vez más, sobrevivió.
No lo duden. Hornby, que también ama el fútbol, es de los nuestros.
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