FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«¿No es mil veces mejor encontrarse frente a un montón de ruinas que delante de un árbol de Navidad tambaleante?«
Parece ser que en la charla en que Tito Vilanova explicó a sus jugadores que su cáncer se había reproducido se le escuchó esta frase: «Lo que peor me sabe es no haber podido entrenaros». Unas palabras que suenan a «hasta siempre» y producen escalofríos. El liderazgo y autoridad de Tito eran indiscutibles en la caseta; es lógico pensar que el equipo se va a sentir huérfano y vacío.
Un vestuario de fútbol es un escenario de risas y bromas, de rencores y egos, de amistades, gritos, música, rezos y lágrimas. Es también un lugar de bienvenidas y despedidas. Pero como hemos comprobado en los últimos tres años, también de enfermedad y miedo. La desgracia es tal que sabe mal pensar en esa gente obligada a competir en los próximos meses, expuesta a las críticas de la gente, a los silbidos. Pero en cuanto ruede el balón, ya nos conocemos y no nos engañamos: el fútbol no produce exactamente gente civilizada.
Cuando Tito recayó en diciembre, acudimos a Fritz Zörn y su memorable Bajo el signo de Marte, en que describió su lucha contra la enfermedad y su apego a la vida, y reivindicamos su rebeldía. Han pasado siete meses y aquello aún nos vale para hablar de un hombre de 44 años que todo lo tenía y todo puede perder, y de este vestuario golpeado y obligado a seguir peleando. «Nadie puede negar que lo terrible y conocido es mucho mejor que lo que es terrible y desconocido», escribió.
Y sí, por lo menos estos jugadores ya saben lo que les viene encima: tienen que competir siendo la plantilla más laureada de siempre. Tienen que jugar con el lastre de formar parte de un equipo cuyo jefe está ausente. El nuevo míster aterrizará a contrapié, con muchas decisiones en la plantilla ya tomadas, y planificará a contrarreloj. Parte del cuerpo técnico y asistentes serán nuevos, los que sigan difícilmente se entenderán igual con el sustituto de Tito. La química interna deberá volver a tejerse partiendo de cero. Algunos jugadores podrían desentenderse del proyecto si no lo sienten propio. Si los rivales tienen nariz, será difícil que no huelan la sangre: el Barça, favoritísimo en la Liga, ya no lo parece tanto.
En cualquier caso, el árbol de Navidad se ha venido abajo. Veamos si el mejor equipo de siempre es capaz de seguir luchando y hacer algo con sus ruinas.
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