FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«Los chillidos van haciéndose más agudos a medida que el esférico se acerca a la portería. El éxtasis tras un gol es lo que acaba de igualarles definitivamente a todos los que aman el fútbol en el resto del mundo».
Hay en Barcelona un señor que habla serbocroata, anima a la Real Sociedad, escribe de política patria y es un reconocido experto en Corea del Norte. Les quería hablar de Roger Mateos, dandi omnívoro, a cuenta del libro que ha publicado este verano y que lleva por título Soldados del gol. Fútbol, patria y líder en Corea del Norte.
Cuesta en estos días encontrar un libro sobre fútbol escrito sin la pretensión de marcar un antes y un después en la historia de la literatura y en la del balompié. Cuesta aun más encontrar libros sobre este deporte en los que en la última página no se te aparezca un señor con pasamontañas y pistola que te llama idiota. Soldados del gol es una feliz excepción. Este librito parte del régimen más claustrofóbico del planeta para llevar al lector de viaje por rincones insólitos.
Detrás de la pelota uno visita el Middlesbrough obrero de 1966, el que se enamoró de aquella selección de Corea del Norte que regaló a la azzurra un prematuro regreso a Italia, donde fue recibida con tomates y huevos podridos. Recorremos también siniestras dependencias de jesuitas y el sordo golpeo del balón en los partidos de la liga norcoreana con más gente sobre el césped que en las gradas. Y acudimos al Asia profunda para vibrar con las pifias de un Turkmenistán-Corea del Norte.
Si el fútbol es un terreno extraordinariamente abonado para las parafilias y rarezas, un libro sobre fútbol norcoreano supone un auténtico carnaval de personajes insólitos. Uno descubre que en Corea del Norte se hace el pino para relajar los músculos tras entrenar, la inconfesable y clandestina amistad entre el norcoreano Pak y el surcoreano Park Joo Jo en la civilizada Suiza; se horroriza con las sádicas prácticas del médico del modesto Bezanija serbio y se conmueve con el sufrido pueblo que queda más allá del paralelo 38.
Y por supuesto, no faltan en el libro goles, épica, sudor, lágrimas e incluso algún éxito. Al fin y al cabo, aquello es fútbol, un deporte en que hasta el Querido Líder, Kim Jong-Il, era un consumado experto: «Para ser un excelente jugador, hay que correr rápido y chutar con precisión».
6 Comentarios
You must be logged in to post a comment Login