Champions

Una china que reza

9 abril , 2014

Era el minuto 85 y un joven, talludito ya, rompió a llorar en el bar. El pobre no se esforzaba en ocultar sus lágrimas y desde todos los rincones del local otros barcelonistas le miraban regocijados, ocultando a duras penas la carcajada. Muchos de ellos habían olvidado sus gallumbos de la suerte en el cajón, algunos calculaban que a lo mejor la derrota traía un bien superior y llegó a escucharse un insólito «no se puede ganar siempre», como si la cima balompédica ante el United datara de 2013, y no de 2011: tres años ya de la más absoluta nada, con Messi, Iniesta, Xavi y Busquets en el campo.

El asunto dejó cierta sensación de déjà vu: un año atrás fue un 7-0, hermano gemelo de lo de anoche. El atropellamiento del primer tiempo fue memorable: la ouija de Simeone y Aragonés desnudó al Barça frágil y sin fe de siempre, al Barça de las jugadas, al equipo que lo fía todo al genio infinito de Messi, Iniesta o Neymar. Es este equipo un grupo de leyendas que quedan mejor en los álbumes de cromos y en Youtube que sobre el césped. «Xavi», «Puyol», «Alves», «Pedro» o «Piqué» son nombres que resonarán dentro de cinco décadas con el mismo deje de veneración que suscitan hoy los vocablos «Suárez», «Moore», «Facchetti», «Law» o «Beckenbauer». Pero el fútbol, la Champions, ni en broma: eso es un asunto serio y hay que quererlo mucho.  

La crónica de este naufragio acaba en el bar sin alma y pasa por unos jugadores entregados a la contemplación de su glorioso pasado, pero comienza en un lugar lejano y exótico, en un lugar donde el fútbol es sólo un decorado, una excusa. Es en la cúpula del club donde se ha gestado, desde 2010 y con asombroso tesón, la destrucción de la idea y del espíritu. Y así es el fútbol, señores: en un lado tenemos a los del canapé, el negociet y el ‘Cruyff vende pisos en Andorra’; en el otro, a una china que reza.

Queda, en la miseria, un único consuelo. Convendremos que en la penuria el Barça sigue teniendo una elegancia única: la Audrey Hepburn del fútbol mundial no comparece a las fiestas cuando sabe que no será la más guapa. Y el fútbol es a veces extraordinariamente justo: ni 11 Audreys podían competir con esa china anoche.

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