FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Rafinha forma parte de cierta generación de tíos de La Masia de los que uno diría que vienen del Friburgo, el Stoke City o el Palmeiras. Hay algo en su juego que se escapa del libreto de la cantera, cierta tendencia al caos y una alegría vital impropia de la escuela de cerebritos del Barça. Así como uno ve a Xavi, Iniesta o Samper y concluye que entienden el fútbol en azulgrana, cuando uno se fija en los Rafinhas, Deulofeus o Adamas piensa que en los proyectores de La Masia American Pie sustituyó durante un tiempo a Siete novias para siete hermanos.
Pero la rebeldía de Rafinha no debería hacernos pensar en él como un jugador menor. Luis Enrique exigió su regreso para darle más músculo y sudor a una medular necesitada de pulmones. No hablamos aquí de un trotón, en absoluto, sino de un virguero de primer orden que hace muchas cosas y casi todas bien. Su problema no es de calidad, sino de ubicación: a pesar de su regate y cambio de ritmo, le falta instinto para ser extremo. De volante, donde más oportunidades tendrá, tiene carencias tácticas y demasiada querencia por las conducciones largas. Y de falso nueve, donde nos hizo soñar en las categorías inferiores (no olviden esa final juvenil entre Barça y Madrid que se vendió como un choque entre Deulofeu y Jesé donde fue Rafinha quien dio un recital), parece imposible verle en el equipo de Messi, Neymar y Luis Suárez. De hecho, hay algo en su polivalencia que remite a Amor, con el problema de que aquel Barça de Cruyff jugaba con cuatro centrocampistas y éste, con tres.
De Rafinha cuentan que su joie de vivre es la de los brasileños de siempre y que no alcanza a Thiago en dedicación y sacrificio. De hecho, las constantes lesiones musculares que padece no hablan bien de él y algo en su intermitencia nos remite a su cabeza y al diván. Lo suyo, en efecto, es jodido. ¿Imaginan ustedes compartir profesión con su padre, campeón del mundo de selecciones, y con su hermano mayor, bicampeón del mundo de clubes? Desde luego, no será en este foro donde le critiquemos a Rafinha su condición de caballo loco. Sus acciones combinan el sudor del padre con las pisaditas de su hermano y en el jugador número doce del equipo tal vez viva un fuera de serie. Pero tampoco debería extrañarnos de que a Rafinha le pesaran los ancestros y se pegara ciertos mamporros.
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